Según la empresa para la medición de internet ComScore, en diciembre del año pasado, más de 25 millones de usuarios se conectaron a internet. Los españoles pasamos una media de 21 horas conectados durante el mes. El estudio refleja que Internet en España tuvo una media de casi 17 millones de visitantes diarios y en cuanto a los espectadores de video on-line, llega a la conclusión que son más de 21 millones, lo que quiere decir que se visualizan casi 193 videos por espectador. En este panorama que ofrece ComScore también se refleja que las redes sociales, los portales y la mensajería instantánea siguen siendo las categorías más visitadas. Que se haga por trabajo o por diversión, lo cierto es que el mundo digital avanza a pasos agigantados e invade el espacio-tiempo de la sociedad. Ahora, los momentos, como los traslados en autobús o en tren, el hacer cola en las paradas, esperar el turno de la cita médica, etc., etc., que supuestamente antes nos desconectaba de todo, ahora sin embargo nos “conecta” aún más.
El gesto de sacar el móvil del bolsillo con mohín solemne es ya una trágica obligación en estos espacios de tiempo cuando no nos ata otra actividad manual. Antes lo habitual era sacar de la pitillera un cigarrillo. Se frunce el seño y los dedos juegan con las teclas para buscar algo, aunque en realidad no se sabe qué. Cuando se navega por un medio de comunicación on-line a menudo nos limitamos a leer el titular o la primera línea, después pasamos a otro, probablemente porque nos basta lo leído o ya imaginamos el resto de la historia
Da miedo a veces el uso que los jóvenes hacen de internet. Dicen muchos que es una herramienta de aprendizaje y estamos de acuerdo, pero formar a una persona joven no consiste solamente en transmitirle información, sino que fundamentalmente se trata de desarrollar la comprensión, el conocimiento y el saber y eso lo pueden hacer solo otras personas, en este caso gente como los maestros que conocen el modo y son expertos en hacerlo.
Internet no es la panacea que todo lo soluciona y sobre todo no tenemos que perder de vista la necesidad vital que los humanos tenemos de comunicarnos con nuestros semejantes, a ser posible a través de canales naturales. ¡Qué gran cosa es una buena conversación¡