Hoy se va corriendo a todas partes y, de consecuencia, no se tiene tiempo de ver lo que se mira. Estamos constantemente bombardeados de imágenes. Las imágenes como en un film o en un videoclip se van sucediendo a una velocidad vertiginosa para mantener despierta nuestra atención.  También corren las imágenes de los telediarios que impactan sin darnos posibilidad de acogerlas, absorberlas y juzgarlas. Los efectos de este bombardeo de imágenes sin pausa  en los adolescentes son a veces muy perjudiciales. Es como trasplantar un árbol antes de que eche raíces.

Se tiene la sensación que hoy en día los jóvenes están informados sobre casi todo  y sin embargo no crecen en casi nada.

Me ha hecho reflexionar a este propósito un texto de Emily Dickinson:Por muy lejos que tú puedas ir, nunca podrás alcanzar los confines de tu alma”  Al respecto pensaba que todo ese  rio de información que nos llega llena los contendedores de nuestra conciencia sin darnos tiempo de  pensar que existen cosas no medibles, no calculables… Cosas que no se pueden filtrar a través de la razón instrumental, que no se pueden traducir en números, ni en códigos y sobre todo que no se pueden condesar en una imagen.

Últimamente me preocupa la información que se destila en los medios, en la mayoría de los casos manipulada. Siento inquietud sobre el mundo virtual que se construye a diario fabricado no por el amor sino por el rencor más detestable. Siento preocupación cuando no encuentro al ser  humano al centro de la política, de la cultura o de la economía.

Hoy me decía una compañera, que en estos días que está de vacaciones, a menudo,  en la reflexión serena  que le produce pasear o relajarse en medio de la naturaleza,  entra en conflicto con gran parte del entorno cotidiano, porque aparecen delante de sus ojos dos realidades inconciliables, aquella suya interior fruto de sus valores y de sus ideales y la de una sociedad hecha de poses y egoísmos.

No podía que darle la razón.  A veces, estar en paz con uno mismo es entrar en guerra con el mundo.

La felicidad consiste en poner de acuerdo nuestros  pensamientos, nuestras palabras y nuestros hechos y para conseguirlo se necesita pausar nuestro paso, no embobarnos delante de esas imágenes que constantemente desfilan ante nuestros ojos. Apagar la luz exterior y en la penumbra de nuestro interior dejar que fluya nuestra conciencia. Así podremos ver mejor todo aquello que se mira.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com