El balance de víctimas hasta el momento es de cuatro muertos y siete heridos, además de los 720.000 evacuados. Se teme, sin embargo, que pueda aumentar dado el potencial destructivo del súper tifón que desde esta mañana está azotando la zona central de Filipinas. A sus costas ha llegado con ráfagas de viento de 313 km por hora, una potencia que podría suponer la más fuerte que se ha registrado hasta la fecha. Tal tempestad ha llegado desde el Pacifico, acompañada de lluvias torrenciales y olas de has seis metros de altura. Las imágenes que nos llegan muestran un autentico desastre con inundaciones, barcas y casas destruidas. La corriente eléctrica y las comunicaciones se han visto interrumpidas, sobre todo en aéreas como Cebú, Samar, Leyte y Bohol que fueron golpeadas hace un mes por un terremoto que causó 222 muertos.
Esperemos que una zona tan castigada no sufra más daños. El imponente esfuerzo preventivo llevado a cabo por las autoridades que ha supuesto la evacuación de los habitantes de las zonas costeras y el cierre de escuelas, oficinas, tiendas y centros sociales hará que el número de víctimas probablemente no aumente en exceso. “Podemos solo rezar” decía en una entrevista a la radio Roger Mercado gobernador de la provincia de Southern Leyte.
Cada año Filipinas sufre la envestida de una veintena de tempestades tropicales y casi siempre con efectos devastadores. No olvidamos, lo sucedido en 2011 cuando el tifón Washi causó más de 1.200 muertos y más de 300.000 evacuados. En 2012 otro tifón de nombre Bopha provocaba también cerca de 2.000 víctimas entre muertos y desaparecidos. El archipiélago ha sufrido ya a lo largo de este año 24 tifones. Una tierra castigada, cuyo sufrimiento por estos desastres naturales no siempre es noticia en los medios occidentales. Aquí los medios prefieren dar más importancia a la propuesta de un partido para que por ley todas las mujeres cobren siempre igual que los hombres, a la vuelta a la huelga de los docentes de Mallorca o a los activistas de Greenpeace que se han colgado en la Sagrada Familia. Dicen que ojos que no ven corazón que no siente. Quizás estos muertos están demasiado lejos para que toquen nuestra sensibilidad. Una pena.