Qué difícil es encontrar palabras para comentar el horror que a diario nos proporciona la cruel guerra en Gaza entre Israel y Hamas. Me da miedo pensar que esas imágenes en TV se conviertan en el pan nuestro de cada día, y nuestros ojos y nuestra sensibilidad dejen de probar dolor al verlas a diario. El riesgo es que nos acostumbremos a ellas, que las observemos como cuando vemos un film, pensando que non son seres humanos los que mueren sino actores que fingen. Las dimensiones de este conflicto avanzan por aire, por tierra y bajo tierra, en esos túneles construidos para la guerrilla. Las víctimas son como casi siempre inocentes, entre los que hay muchos niños, a menudo puestos en peligro por el cínico cálculo político de los dirigentes de Hamas, que saben que también pueden ganar esta guerra mediáticamente. Mientras la lluvia de misiles sigue imparable sin respetar treguas, los llamamientos internacionales siguen sin ser escuchados, quizás porque muchos de esos fanáticos de un lado y de otro piensan que la vía militar es la única. Sin embargo muchos civiles, también de un lado y de otro están convencidos que esta guerra es la más inútil de todas las guerras. En la misma opinión publica de Israel y no solo entre el sector liberal piensan que todas las guerras en Gaza, desde la operación «Cast Lead» del 2008-2009, a la «Pillar of Cloud» del 2012 y esta última «Protective Edge» han servido y sirven solamente para incrementar el odio y preparar otra nueva etapa de terror, nuevas escaramuzas, nuevos lanzamientos de misiles, cada vez más potentes y sofisticados y nuevas muertes.
La vía política y del diálogo es la única capaz de imponer la paz. Hay que frenar esta sangría lo antes posible. Urge una tregua y la presión internacional. La paz es el único camino para pactar la paz. Stop a la guerra en Gaza, hay que volver a dialogar.