Somalia sigue matando su futuro

En los últimos veinte años los constantes conflictos armados, las calamidades naturales y las carestías han hecho que Somalia precipitara en una situación de emergencia humanitaria constante. Como siempre, cada vez que estalla un conflicto que enreda a la población civil, los más débiles y vulnerables son los que sufren las peores consecuencias. La guerra en Somalia ha producido efectos devastadores en todos los aspectos de la vida social. El sistema educativo se ha roto en pedazos. Actualmente y según fuentes de las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona, solo el 30 por ciento de los niños en edad escolar resulta inscrito en la enseñanza primaria. En la parte meridional del país, donde la guerra ha hecho estragos, el porcentaje es solo del 22 por ciento. Agudizándose la inestabilidad durante el año pasado gran parte de la población se ha visto obligada a huir y de consecuencia la tasa de abandono escolar se ha agravado de manera espectacular. Un amigo que trabaja en una organización no gubernamental me decía hoy que en la actualidad solo el 15 por ciento de los niños frecuenta la escuela y el 75 por ciento de los menores entre 5 y 17 años ha dejado de acudir. Se está despojando a estos niños y niñas del derecho a la instrucción y por lo tanto se le está robando el futuro. La educación sería el único camino para que sus ojos olvidaran esa violencia con la que conviven día a día. Incluso los que viven en campos de refugiados, muchos de ellos desarraigados de sus núcleos familiares, viven cada día en el riesgo de sufrir abusos sexuales o ser reclutados por bandas armadas. En ausencia de intervenciones gubernamentales, la educación y la subsistencia de estos niños depende de las organizaciones humanitarias, de la Iglesia y de la comunidad internacional. Un horizonte de paz en Somalia está aún muy lejos y toda una generación de menores está siendo privada del derecho a la instrucción, que es la base de un futuro más prospero económicamente, más civil y más humano, el impulso para abrir las ventanas hacia un mundo diferente.