Decía Teilhard de Chardin que el hombre “es la flecha de la evolución”. Es un pensamiento que no deja nunca de hacerme reflexionar cada vez que me presentan un proyecto de investigación o de innovación donde observo  al ser humano dispuesto una vez más a controlar, regular, empujar y modificar la propia evolución. Algo que me refuerza  en  la idea de que el Universo, durante miles de millones de años, ha estado esperando al ser humano para que este tomara las riendas de la evolución. De hecho llega un momento en la historia en que gracias al “salto” cognitivo el ser humano se coloca en grado de elevarse del sistema ecológico preestablecido  con la posibilidad de modificar los procesos naturales. La ciencia basándose en los descubrimientos arqueológicos sitúan ese momento hace 100 mil años, mucho después del evento  Homo Sapiens como entidad anatómica. El tema surgió esta mañana hablando con Fernando Seco, mientras me explicaba los primeros pasos que el  “Circulo Innovación Empresarial” está dando con el impulso del BBVA y la Fundación San Telmo para ayudar a las empresas a dar un salto radical en innovación. El proyecto es de mucha envergadura y seguramente se convertirá en un pilar de nuestro desarrollo y del proceso evolutivo de nuestro tejido empresarial. Fue quizás a raíz de ese pensamiento donde nació mi reflexión.  De hecho le comentaba que la historia del proceso evolutivo nos enseña que aquello que no evoluciona en  “otro sentido”, se estanca  en un callejón sin salida o se extingue. Hemos aprendido que una de las características de la vida es la ramificación. Aquello que no se ramifica muere. No hay que olvidar que entre todos los seres terrestres, los humanos han evolucionado adquiriendo un “sentido diverso”  sobre todo con la entrada de nuevos factores en sus vidas; factores trascendentes como la conciencia y la libertad. Dos tesoros incalculables para vivir y para avanzar.  Por tanto la evolución a nivel humano, no es un proceso automático dependiente de una cibernética de leyes  genéricas; el ser humano evoluciona en sentido individual y social, en la medida que toma conciencia de aquello en lo que quiere convertirse y escoge las relaciones cibernéticas justas para conseguirlo. Piero Pasolini decía que la cibernética es siempre la misma y “conserva sus reglas; pero a nivel de conciencia  la condición del no ser para poder ser y convertirse juntos, en otra cosa, se revela  en su aspecto supremamente trascendente” Personaje como Einstein y Teilhard de Chardin entre otros han abierto la mente del ser humanos sobre prospectivas que lo empujan por encima de cualquier horizonte y han revelado la posibilidad de conseguir las metas más arduas.  Apasionante camino el que se sigue abriendo para el ser humano. Mantenerse en esta tensión positivo-evolutiva supone elevarse por encima de cualquier especie de egoísmos y de las “tonterías contemporáneas” que tan de moda están hoy en ciertos sectores de nuestra sociedad.  Vale la pena, porque si queremos el futuro será mejor que cualquier pasado.

por @mbellido

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