«Quien puede escribe; quien no puede refiere»

He escuchado a menudo decir que, en el cajón de la mesa de trabajo, todo escritor tiene una novela sin terminar. Probablemente es verdad, como también será verdad que la mayor parte de esos puñados de folios  inéditos no se publicaran jamás. Lo que sí creo, es que muchas de estas páginas contendrán párrafos y frases ricas de  ingenio,  inspiración y estilo.  Casi todo aquello que un escritor logra plasmar en un folio en blanco fruto de su imaginación y de su experiencia tiene un valor incalculable. Alguien me dijo una vez, y en parte tenía razón, que quien puede escribe; quien no puede refiere. Seguramente quería poner en evidencia la diferencia entre el escritor y el periodista. Mi duda consiste en no saber si tiene más mérito inventar o capturar y plasmar la realidad.  Como periodista me esfuerzo a diario en observar lo que sucede a mí alrededor  y referir a los lectores. Es mi trabajo; un cometido que sin embargo,  no excluye  que se le pueda poner el alma y la voluntad de redactar correctamente y de forma atractiva para quien lo leerá.  Al escribir vida vivida o vida imaginada,  es imprescindible conservar toda la fuerza y eficiencia del lenguaje: precisión, claridad y belleza.