Hace algunas semanas comentaba con optimismo en un artículo la noticia sobre la decisión del gobierno chino de retocar la ley sobre el hijo único. Sin embargo hoy otra noticia me ha horrorizado, mientras me cuestionaba al mismo tiempo, hasta donde puede llegar el ser humano en el ejercicio de la brutalidad y de la sin razón. La noticia cuyo escenario también era China, hablaba de violencia y de violación de los derechos humanos. Una mujer había sido obligada a abortar al noveno mes de su embarazo. Según me comentaban algunas colegas no se trata de un caso aislado, en los últimos meses otras seis mujeres, pertenecientes a la minoría musulmana de los uighuri también han sufrido la misma suerte. Estas mujeres, después de ser interceptadas, son llevadas a la fuerza al hospital, donde se les inyecta veneno, directamente en el cuerpecito de la criatura que llevan dentro, a continuación se les induce el parto. La mujer da a luz al hijo, aún vivo, que por efecto del veneno, muere casi enseguida en los brazos de la madre. A los habitantes uighuri se les consiente tres hijos si viven en zonas rurales mientras que a los que viven en la ciudad, solo dos. Si superan este límite se les practica a las mujeres ese tipo de aborto y posteriormente se les esteriliza. La mujer de la que antes hablaba era madre de tres hijas y ahora esperaba un varón. Hubieran tenido que pagar una multa de entre seis mil y catorce mil euros, por ese motivo huyeron a su ciudad natal, Arish, en la prefectura de Hotan, para refugiarse en casa de los padres del marido, sin embargo la policía consiguió detenerles llevando a la mujer al hospital para provocarle dicho aborto.
En estos días, que tanto se habla del aborto en España, me sigo preguntando qué derecho tienen los fuertes para eliminar a los débiles sin ningún miramiento. Esos asesinatos, no tienen razón de ser. Matar a un ser humano sin que pueda defenderse, con el único motivo de salvaguardar una ley o un “supuesto derecho a decidir de la madre” es aberrante. No estoy a favor del aborto porque creo que la felicidad de los adultos no es superior al derecho a la vida de otro ser humano. El derecho a la vida está por encima de cualquier otro derecho.