carlos-infante El hombre. El propósito primario de este trabajo es analizar si el hombre, como ser racional, alejado física e intelectualmente del animal, vuelve a lo largo de los años, con las debidas distancias y matices y manipulado por clases intelectualmente diferenciadas, a cerrar un circulo que le acerca paulatinamente de nuevo al animal irracional

Mi intención al sentarme a escribir este texto es responder al problema de salud pública planteado por esta revista desde la perspectiva de la evolución social del hombre, como ser racional en comparación al mundo animal. A pesar de los increíbles avances que han ido transformando la vida del hombre desde sus orígenes, y que lo han ido alejando paulatinamente del entorno natural que compartía con los animales, se da la paradoja de que en muchos aspectos el ser humano, mientras más desarrolladas son sus sociedades, más se acerca a los compartimientos de un animal irracional.
Existen hoy dos posturas enfrentadas con respecto al origen del hombre. La científica, apoyada en el concepto evolutivo de Darwin y la «creacionista» que defienden un diseño inteligente de la mano de un ser sobrenatural. Más allá de los límites de ambas posiciones, que a mi juicio no tienen que ser incompatibles, parece obvio que el hombre ha evolucionado y mucho desde sus primeros signos de presencia sobre la tierra.

Desde una visión antropocéntrica, el fruto mas importante de esa evolución es sin duda, el Hombre.

Sin ser posible determinar el momento de la transición entre animal irracional, racional y ser humano, sí tenemos que aceptar que en su comienzo la diferenciación podría ser inapreciable. La diferencia en el raciocinio también evoluciona a lo largo de los milenios, acentuándose más en función de múltiples aspectos: mantenimiento de la relación natural con el medio animal, clima donde se desarrolla este ser humano, necesidad de supervivencia, infraestructura del entorno desde el punto de vista vegetal, accidentes geográficos, etc. Aquellos que permanecen en estado salvaje, mantienen intactos los principios de la evolución: selección natural, adaptación natural al medio y el instinto.

Tanto en el reino puramente animal irracional, como en la evolución del ser humano, se han producido manipulaciones, siempre por parte del hombre, que han acelerado o modificado dicha evolución.

Incluso en ausencia del hombre, las condiciones ambientales, hacen que la adaptación al medio, la selección natural y el instinto se modifiquen: animales desarrollados en las Islas Galápagos han perdido el instinto del miedo al no existir predadores que alteren su ritmo de vida. De igual manera, observamos que el incremento del raciocinio (inteligencia) se hace a costa de una disminución del instinto. A ningún animal hay que explicarle las plantas que no pueden ser utilizadas para su alimentación pues supondrían envenenamiento, a pesar de ser imposible la transmisión de conceptos, y sin embargo, el ser humano, mucho más inteligente, puede morir envenenado sin que tenga el más mínimo sentido de precaución llevada por el instinto natural (setas).

Influencia racional sobre la evolucion social. Se pueden contar por miles las adaptaciones que el ser humano ha ido haciendo a lo largo de la historia a los elementos que le rodean: especies para la alimentación, utilización de elementos naturales como estimulantes (cocaína), masticación de la hoja de tabaco, e incluso venenos para sus escenas de caza, estimulación, alucinación, etc. Ni que decir tiene, que de todos ellos hay grupos que aportan beneficios al ser humano siempre en la utilización adecuada de los mismos, como son los medicamentos. Sin embargo, la utilización excesiva, manipulada e incentivada termina siendo un problema que ha contribuido, en no poca medida, al deterioro de parte de nuestra propia sociedad.

Es obvio que tenemos que hacer una referencia al tabaco, y no tanto por su peligrosidad desde el punto de vista esencial en su composición, sino por el uso continuado, mantenido y manipulado que del mismo se ha venido haciendo a lo largo de los años.
Éste es el paradigma de la manipulación de la evolución social de nuestro propio cuerpo. Hemos alterado y estimulado al consumo de sustancias que provocan el propio problema, sin el freno del instinto y subyaciendo en el trasfondo los enormes intereses comerciales que se esconden.
Observamos cómo paulatinamente se van dando datos para ir prohibiendo la utilización del tabaco en los países desarrollados, a un ritmo suficientemente lento como para que la disminución en los países desarrollados se vea compensada con el incremento en el consumo en los países subdesarrollados (incultura), de forma que mantengan el beneficio económico de las grandes empresas en los países productores.

Pero no es solamente este punto específico sobre temas candentes de la sociedad sobre el que me gustaría plasmar el concepto de la evolución social de la biología.

Partiendo de la base que decíamos al principio de ser un animal, nos diferencia del resto nuestra racionalidad. Durante muchos siglos, el hombre ha ido evolucionando hacia la racionalización, en su expresión de la inteligencia. Siempre ha habido una diferencia entre aquellos que tenían el conocimiento y aquellos que se dejaban llevar por los que lo tenían. Pero también ha sido sistemático el que cuando el nivel de conocimiento de la masa poblacional ha llegado suficientemente alto como para considerarse manipulado por aquellos que tenían el conocimiento, se ha vuelto contra ellos provocando la destrucción de la propia civilización. Ejemplo específico podría ser la civilización Maya, que fue capaz de hacer un calendario en relación con la estaciones, siendo capaz de predecir con exactitud el comienzo de las lluvias. Los agricultores se disponían a la siembra por el mero hecho de que los dirigentes se lo anunciaban a través de sus propios conocimientos. A cambio de esta capacidad de conocimiento, recibían los pagos, (a veces abusivos), sacrificios y otras ofrendas.

Bastó la rebelión contra los sacerdotes de los templos, para que la falta de conocimiento hiciese imposible mantener la capacidad tecnológica y agrícola, que conllevó a la desaparición de la propia sociedad.

El concepto religioso se ha degradado ya en gran parte de las sociedades occidentales, los líderes han ido desapareciendo engullidos por la propia masa, y el control de los pueblos se hace a través de líderes también con mayor nivel de conocimiento, con nivel intelectual desarrollado, con una adaptación el medio mayor, que en el amparo del concepto ‘democracia’, hoy en día conocemos con el nombre de políticos.

A lo largo de los años empieza a producirse un fenómeno inverso a la evolución intelectual: es necesario para poder controlar una sociedad que esta utilice lo menos posible el raciocinio o lo haga de forma selectiva en unas y no en otras facetas, facilitando la obediencia o el seguidísmo sin cuestionarse alternativas a las directrices, a cambio de una protección paternalista: el Estado del Bienestar.

Es más sencillo dominar a un país de costumbres y de tradiciones e intelectualmente poco desarrollado, que a un país que piensa. Pensar provoca preguntas que exigen respuestas, no siempre coincidentes con las consignas emanadas del ‘poder’.

En esa aproximación parcial a la naturaleza animal, estamos disminuyendo de forma global la inquietud intelectual de las personas. Y por otra parte, seguimos acercándonos al animal en algunos aspectos.

Es, a pesar de estas críticas, necesario asumir que la intencionalidad tanto de los protectores religiosos, lideres y políticos, es conseguir el bien social, independientemente del medio que utilicen. Y es verdad que siempre ha sido así. La media de la población de hace 500 años, ha sido doblada en la actualidad, mejorando la cantidad de vida. La utilización de la manipulación en los alimentos, que en muchas ocasiones sobrecoge como consecuencia de los problemas que ellos mismos provocan, en el fondo son situaciones puntuales puesto que, en el conjunto, la vida se sigue extendiendo y las expectativas son cada vez mayores.

Sin embargo, cabe de nuevo preguntarse, ¿qué es lo que pretendemos en la vida? ¿vivir mucho? ¿vivir bien? ¿cuál es el concepto básico de felicidad?

Probablemente en un concepto simplista sería la consecución del mayor porcentaje posible de las metas planteadas. La frustración de la no consecución de las metas llevaría a la infelicidad. Sin embargo, la meta más importante que una persona puede conseguir es vivir en situación de dignidad

Solo alargar la vida no puede ser la razón que justifique todas nuestras actuaciones.

El mantenimiento de nuestra capacidad física, la no dependencia de terceros, mantener el entorno social y familiar que se crea a lo largo de la vida, deberían ser las razones que justifiquen nuestro deseo de supervivencia.
Carlos Infantes Alcón, Jefe de Servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital Virgen Macarena de Sevilla

por @mbellido

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