Leo en la prensa europea que Bélgica ha dado un paso más en la autorización de la eutanasia. Está vez se trataría de aplicarla también a niños enfermos, independientemente de la edad que tengan. Al parecer la comisión conjunta de asuntos sociales y de justicia del Parlamento belga ha aprobado el texto de la ley, que ahora pasará al examen de toda la Cámara. De este modo Bélgica se convertiría en el primer país del mundo en abolir el límite de edad para la llamada “dulce muerte” o “muerte por compasión», es decir se aprobaría la extensión de la ley de eutanasia a los menores de edad. Se aplicaría a quienes soliciten que se ponga fin a su vida y podrán hacerlo con el acuerdo de sus propios padres y de un equipo médico que evaluaría la situación. En Holanda la práctica sólo es posible a partir de los 12 años y en 2002 sólo hubo 5 casos.
Es una noticia que me deja desconcertado y más sabiendo que la medicina actual ha dado muchos pasos en perfeccionar los que se denominan cuidados paliativos. Es un drama tremendo y para quien lo sufre tiene que ser un infierno, pero me resisto a pensar que hoy no se puede encontrar en la medicina otra salida y otro modo de tratar el dolor. Sé también que la profesión médica tampoco considera ética esta práctica. De hecho hay una Declaración sobre la Eutanasia adoptada por la 38.ª Asamblea Médica Mundial en Madrid en octubre de 1987, dice así:
“La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Ello no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad”.
La palabra eutanasia deriva del griego εὐθανασία /euzanasía/, que significa ‘buen morir’, sin embargo sigo pensando que una buena muerte es otra cosa.