Después de la Segunda Guerra Mundial, los países occidentales se contagiaron de una nueva esperanza: la ilusión de vivir en un mundo más sereno y unido. La cruel lección de la guerra exigía poner un nuevo rumbo a la historia. Grandes políticos europeos como Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi, Walter Hallstein, Sir Winston Churchill, Robert Schuman, Jean Monnet, Paul Henri Spaak o Altiero Spinelli se empeñaron en trabajar por un mundo en paz y en desarrollo. Han pasado muchos años y, sin embargo, hoy se percibe en el ambiente un sentido de desilusión y preocupación. El panorama que ofrece la política confunde y aleja a los ciudadanos. La abstención en las elecciones de de ayer lo demuestran. Ni luces, ni música, ni nuevas tecnologías alumbran suficientemente nuestras ciudades que parecen cada día más tristes y privadas de cualquier esperanza de cambio en las instituciones políticas. A los jóvenes les faltan modelos y líderes y se refugian en el privado o en las “litronas”. La sociedad vive un tal vacío espiritual que incluso los intelectuales o los maestros del pensamiento parecen no tener ideas nuevas que aportar y los “artistas” y “tirititeros”, esos que se llaman “gente de la cultura”, no tienen nada que aportar con sus obras, aparte de banalidades. Baste pensar en el cine español. Solo algunos intelectuales describen, desconsolados, la oscuridad actual, la noche en la que vive sumergido Occidente. Europa está en crisis porque la política está en crisis. La política en estos años lo ha invadido todo: cultura, educación, arte, investigación… Con sus tentáculos ha llegado hasta los últimos rincones del pensamiento, de la sociedad, ha condicionado la institución familiar, ha intentado cambiar nuestras categorías mentales, ha querido eliminar valores, anestesiar y manipular a las personas. Y no se ha dado respuesta a nada. Ni siquiera ha aportado parte de lo que tenía que aportar como desarrollo económico, infraestructuras… etc. El caso de España en las dos últimas legislaturas lo demuestra. No solo no se avanza, sino que se retrocede. Estoy cada vez más convencido de que la salida a esta crisis está en la ciudadanía, en los colectivos civiles, en cada persona. Muchos profesionales de la política, con sus demagogias y sus comportamientos, conseguirán que, antes o después, todos los ciudadanos vayan a votar y voten en blanco. Y estos mismos políticos no tendrán más remedios que irse a sus casas. Los ciudadanos le habrán retirado la confianza. Durante la campaña a las elecciones europeas se han dicho tantas mentiras que, si les hubiera crecido la nariz por cada una que han dicho, hoy tendríamos un ejército de Pinochos. La ciudadanía en esta ocasión ha castigado con su voto la mala gestión del gobierno de Zapatero, sus mentiras y sus continuas falsas promesas. En España y en Europa gana el PP. Una nueva etapa se abre otra vez en Europa después de estas elecciones.
No perdamos la esperanza.

por @mbellido

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