Seguramente el debate de esta noche entre Elena Valenciano y Miguel Arias Cañete lo verán algunos millones de españoles. ¿Qué esperan escuchar? Probablemente propuestas concretas y modos de llevarlas a cabo, ya que las próximas elecciones decidirán la posición que España tendrá en Europa y la influencia que la política que se haga en Europa tendrá aquí. Por tanto los españoles no querrán escuchar solo enunciados más o menos sentimentales, sino propuestas concretas sobre las políticas de cohesión, sobre la coordinación de los sistemas de salud de los Estados miembros. Querrán escuchar las ideas que tienen para crear empleo, para dar apoyo a la familia y a la infancia. Querrán escuchar programas que aumenten la calidad de vida de las personas mayores y de sus familias, medidas que fomenten oportunidades para las personas con discapacidad, propuestas para llevar a cabo la completa homologación de estudios a nivel europeo, tanto en enseñanzas medias como superiores, superando el actual marco de Bolonia. También querrán escuchar que piensan hacer para incentivar la Formación profesional y si piensan de desarrollar una plataforma europea del mercado laboral, incorporando datos relevantes para recoger y analizar las tendencias de empleo en cada sector y región… La gente querrá escuchar a los candidatos explicar las políticas que piensan poner en marcha para seguir fomentando la igualdad. Los españoles necesitan escuchar que pasará con nuestra agricultura, ganadería y pesca, como se arreglará el tema de la inmigración, como se trabajará para reactivar y poner en valor nuestras raíces culturales y en qué consiste esa unión fiscal y política que al parecer siguen estando en la hoja de ruta de la UE.
Sentiremos una gran decepción si alguno de los dos candidatos se enredará en problemas domésticos o derrochará demagogia en sus intervenciones. Sentiremos vergüenza si se establece una partida de ping pong sobre la corrupción o sobre ataques personales. A los españoles, después de la crisis tan tremenda que hemos vivido, ya no nos convencen ni los guiños al sol, ni los discursos emotivos o incendiarios. Queremos respuestas y medidas coherentes y sensatas.