Hay un  lienzo del pintor italiano Antonio Allegri da Correggio, realizado entre 1531 y 1532 en la Gemäldegalerie de los Staatliche Museen zu Berlin, en Alemania, que su contemplación,  en mayo de 1980,  provocó en mí la sensación de entrar por un momento dentro de la historia, en este caso de la mitología. Los grandes artistas del Renacimiento, por ejemplo, vivían inmersos en la cultura humanística, basadas en la filosofía griega y romana  y en los valores cristianos. El vocabulario de sus alegorías era riquísimo y apto para ser comprendidos por el público de la época. Sus cuadros eran autenticas lecciones.  Hoy, muchos visitantes de los museos admiran la estética sin conocer, a veces, el tiempo, el contexto y el lugar donde se desarrollaba la escena y los personajes que le daban vida. Los siglos y la desgana al saber han oscurecido y convertido en ilegibles muchos de los significados de las imágenes. Indocti discant, et ament meminisse periti.

Leda y el cisne, de Antonio Allegri da Correggio cuenta la historia de una princesa de Etolia casada con Tindáreo. Zeus,  un dios muy  promiscuo, probablemente fue el que inspiró  desde el Olimpo a Woody Allen  una de sus frases favoritas: “sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo” Pues bien, aunque Zeus  estaba casado con su hermana la diosa Hera, se enamoró de Leda  y convertido en cisne simuló huir de un águila, refugiado en el regazo de Leda logró vencer su firmeza inicial con caricias y arrumacos e hizo el amor con ella.  Leda, hizo también el amor con su marido esa misma noche. Según la leyenda, en consecuencia, Leda puso dos huevos, de uno de ellos nacieron los divinos Helena, que va a ser la causante de la guerra de Troya por el rapto de Paris, y Pólux, uno de los Dióscuros; del otro huevo nacieron los hijos de Tíndáreo, Cástor, el otro de los Dioscuros, y Clitemnestra que acabará por ser la esposa del rey griego Agamenón, héroe de la guerra de Troya.

A veces uno mira un cuadro y lo despierta. Un paisaje idílico, una naturaleza muerta, un retrato, da igual, recobran vida y nos introducen  como otro protagonista más de la historia. Un cuadro nos embelesa y arrebata,  nos seduce más que los hechos de la vida real.  Algo parecido decía Aldous Huxley : ”una orgía real nunca excita tanto como un libro erótico” El arte nos hace comprender y profundizar  muchas cosas a la vez; nos muestra el pasado y la historia, el aliento y la esencia de la existencia humana, sus pasiones, limites, aspiraciones y apetitos. Con  mis párpados abiertos y confundidos por la belleza, he logrado despertar en muchos cuadros  la mirada absorta y ensimismada de sus personajes.

por @mbellido

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