La onda de la crisis se alarga como los círculos en las aguas de un lago cuando se lanza una piedra. Autónomos, pequeñas y medianas empresas se revuelven para sobrevivir arañando recursos hasta de debajo de las piedras, pero siguen quebrando.
También las grandes empresas, sí, las grandes empresas tocan con mano la crisis porque se tienen que confrontar en los mercados internacionales donde la competitividad es enorme mientras que aquí, con tanto convenio absurdo, se piensa en todo menos en la productividad.
El país sigue endeudándose y empobreciéndose, el Gobierno sigue jugando al despiste, ganando tiempo para asegurarse unos meses más en la Moncloa, y los sindicatos siguen estrellándose contra el sentido común de la gente que les ha calado, que opina ya con desparpajo que son unos privilegiados que viven del cuento, que se han quedado obsoletos y que, o se deciden a encontrar otra manera de defender los derechos de los trabajadores, o mejor que se vayan a sus casas o que se busquen un trabajo de verdad, para dignificarse ellos y para levantar España.
La huelga de ayer ha visto como los ciudadanos plantaban cara a los piquetes, el comercio seguía abierto y los energúmenos solo triunfaban en aquellos lugares donde empleaban la fuerza. Méndez y Toxo rozaban lo patético después de haberse gastado 5 millones de euros de nuestros impuestos en merchandising para una pantomima. Corbacho no sabía donde meterse cuando repetía, una y otra vez, que el efecto había sido «desigual y moderado», sin querer dar cuenta de los datos de participación que no habían llegado ni siquiera al 12%. Mal habrán dormido los señores sindicalistas cuando, volviendo a sus casas, habrán comprobado que lo poco que habían logrado movilizar había sido por la fuerza y no por convencimiento pacífico y razonable, por forzar a la gente a que se quedara en casa, porque han limitado la posibilidad de desplazarse a sus trabajos.
España no puede levantarse y progresar cuando sigue habiendo sectores que creen que tienen derecho a todo sin hacer nada. Digan lo que digan los de la “ceja”, los “progres” o los liberados sindicales, el sector privado es el verdadero y único motor de la economía. Si los empresarios y emprendedores se paran, todo se para. Mal camino llevamos si Zapatero con humildad no deja el sitio a otros y España se despierta en libertad y con ganas de trabajar para ser una nación puntera en Europa y en el mundo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com