A lo largo del día encuentro infinidad de personas por motivos profesionales o personales y, últimamente, en muchas de ellas vuelvo a encontrar esa pequeña llama de esperanza que en los últimos años por la crisis económica, política y de valores que nos ha subyugado, había desaparecido. Nos estábamos acostumbrando a rostros desanimados, espíritus cansados y mentes hipercríticas. Había momentos, en que el bombardeo, por parte de los medios de comunicación, de noticias sobre la crisis y sobre todos los aspectos más negativos que vivía la sociedad era tan intenso, que parecía que el ser humano había dejado de esperar; que ya no creía en la esperanza. Incluso algunos medios de comunicación que intentaban con tanta buena intención difundir micro espacios “en positivo” le daban voz a personas que no hacían que repetir una y otra vez que estábamos en crisis. Obteniendo así el efecto contrario que se pretendía.
Entiendo que los medios de comunicación social juegan un papel muy importante en la actitud que los ciudadanos sostienen en el día a día. Es difícil, hoy por hoy, respirar aliviado con una sola noticia positiva en los telediarios. En un abanico que va de la violencia a la corrupción pasando por todo tipo de desgracias personales o sociales, se va creando un estado de negatividad y de pesimismo que solo se aligera cuando llega “el hombre o la mujer de tiempo” pronosticando un poco de sol para el fin de semana. El pesimismo y la actitud negativa es lo que hace de este mundo un mundo peor, evidenciando lo malo, lo egoísta y todo aquello que hunde en lugar de solevar. Terminado el telediario se ve todo un poco más negro y por supuesto rebaja copiosamente el nivel de esperanza. No exagero al hablar así. Si os fijáis pocas noticias ensanchan el corazón, pocas noticias sirven de ejemplo para mejorar, pocas noticias ofrecen motivos para soñar en un mundo mejor. Sin embargo las hay, pero nuestra superficial manera de mirar el mundo ve solo el negativo.
Nuestra atolondrada sociedad, necesita más que nunca esperar. El escritor inglés Samuel Jonhson decía es “necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción” .
Alguien me enseñó que la esperanza arraiga en el ser antes que en el hacer y en el corazón antes que en la mente. Como en todas las cosas vitales nos toca mirar dentro de nosotros y disponer la lente justa para lograr ver detrás de cada noche una aurora sonriente.