Hoy después de un diálogo ameno con amigos donde se ponía de relieve la cada vez más creciente especialización del saber y del conocimiento surgía en mí la siguiente reflexión.  Se palpa un conocimiento cada vez más amplio  en la humanidad, que se eleva desde lo extremadamente pequeño hacia lo sumamente grande, desde lo ínfimo a lo inmenso, desde lo simple a lo complejo.  La ciencia y la investigación avanzan a pasos agigantados y de consecuencia el saber. El progreso tecnológico y el cambio social se están acelerando, debido también al desarrollo de la inteligencia sobrehumana.

En este proceso el ser humano trata  de buscar la armonía entre el  conocimiento y la conducta de sus acciones. La armonía de las ideas con las aplicaciones y las aplicaciones con la vida.

En este esfuerzo, el saber tiene todo el derecho a proceder autónomamente  en el propio campo de investigación y no hay porque buscar  contradicciones  con otros saberes, siempre que las afirmaciones que  se hagan  estén en consonancia con el propio método. En la ciencia los conflictos surgen cuando no se es rigurosamente fiel a la propia metodología.  

Las diversas formas de conocimiento, aunque sean autónomas, debido a su propio método de investigación, tendrían que ser  complementarias entre sí, y sobre todo debido a la singularidad de la vida en el universo.  En realidad  casi siempre terminamos hablando del  lugar del hombre en el universo y su destino, algo que es lógico que se pueda  estudiar desde diferentes puntos de vista.

El problema que se plantea en algunos casos es el hecho de que la variedad de campos de especialización del conocimiento pueden conducir a una fragmentación  de la cultura, en la que  diversos ámbitos tienden a vivir independientemente los unos de los otros en compartimentos estancos. El riesgo de crear una  cultura cada vez más fragmentada  nos conduciría a la negación de una verdadera y autentica cultura humana. La unidad de la persona y del universo exige una articulación coherente de las verdades parciales provenientes de los conocimientos particulares, para que puedan proyectarse en una única realidad. De hecho hoy se está afianzando cada vez más la tendencia de compartir  experiencias y aprendizajes en encuentros multidisciplinarios donde se hace posible la intersección de diversas ciencias.

En ciencia la gran prueba de la verdad es la coherencia y la fecundidad, decía Theilard de Chardin, que “una teoría es tanto más cierta cuanto mayor orden ponga en nuestra visión del Mundo y, al mismo tiempo, cuanto más capaz resulte para dirigir y sostener hacia adelante nuestro poder de investigación y de construcción”

Se trata pues de comprender, descubrir e inventar para seguir caminando juntos hacia una Humanidad planetizada.

por @mbellido

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