La pintura de Van Gogh  ha conseguido siempre conmoverme, fomentar mi curiosidad y trasportarme dentro de territorios espirituales desconocidos. Su pintura es una fuente inagotable. Con el pasar de los años, contemplando una y otra vez sus obras, he ido incorporando dentro de mis otros elementos de reflexión inusuales en mi manera de mirar un cuadro.  En estos últimos tiempos cada vez que en algún museo del mundo he contemplado una obra suya se me ha revelado alguna pista nueva  sobre la mirada que el artista tenía sobre la realidad humana y social. Una de las cosas que me llama la atención en su pintura es el reflejo de  esa experiencia humilde y rural de aquellos años que transcurrió en Holanda, una experiencia que en ciertos cuadros trasmite la adhesión humana a una idea de la vida pobre, cautiva de la tierra y de sus ritmos.  Van Gogh le da un sentido a la pobreza y a su pobreza. Se refleja en su pintura y trasmite una especie de despojo de sí mismo. No hay sombra de narcisismo en su ser artista,  de hecho es evidente en sus escritos la falta de consideración que tenía de su propio talento.
La última vez que estuve en Holanda descubrí un cuadro hasta ese momento desconocido para mí. En un  lienzo que pintó en 1889.  “Cipreses con dos figuras femeninas”  Dos figuras femeninas caminan en medio de un prado con flores a la sombra de gigantescos cipreses.  Es una imagen sencilla, casi trivial, en la que se insinúa un factor que regala asombro y sorpresa: es esa sensación de desproporción entre las dos figuras humanas y los grandes árboles que están detrás. No es forzada la desproporción, porque Van Gogh, como él admite, trata en su pintura de no falsificar nunca la realidad. Van Gogh no altera lo que ve, sencillamente abre bien los ojos y la mirada se amplía dando la idea de una desproporción lógica: es como si las dos figuras femeninas se empequeñecieran delante de la realidad. Es la conciencia del infinito que el artista tiene y que él ve detrás de cada cosa. La pintura de Van Gogh no era pintura por la pintura, era un instrumento para algo más grande. Ese punto de conmoción infinita que Van Gogh experimentaba también lo he vuelto a probar con ese cuadro.

por @mbellido

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