Desde Ginebra la semana pasada llegaba un documento emitido por el Comité para los derechos de los niños  lleno de anomalías referente a la Santa Sede. Un ataque en toda regla contra toda la presencia social y educativa de la Iglesia católica a nivel mundial. Tenía toda la pinta de ser una operación muy refinada con un objetivo muy claro disparar a quemarropa a la popularidad de Francisco y a toda la obra que está llevando a cabo la Iglesia en el mundo El informe de los expertos de la Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño no era una opinión como otra cualquiera y la cuestión de la pedofilia podría ser sólo una excusa. Comentándolo con otros colegas en otros países teníamos la sensación que es una operación en contra de la presencia social y educativa de la Iglesia Católica en todo el mundo. Decía antes que es  un trabajo muy refinado porque ataca directamente a la soberanía misma de la Santa Sede, es un modo de desprestigiarla y una invitación a que la Iglesia se quite de en medio.

La acusación de proceder sobre la base de una cultura oscurantista es la manera  más fácil de desactivar al papa Francisco. Un modo de debilitarlo.  El informe de la ONU está desencadenando reacciones en la extrema derecha, entre los conservadores ultra- católicos que vieron mal la elección Bergoglio y también en cierta izquierda, donde los que se definen “progresistas” están en constante campaña para desacreditarla y acusar al Papa de no hacer lo suficiente, de no tener valor, de no definir  estrategias, de hablar mucho y  gobernar poco no proponiendo aquellas cosas que ellos querrían.

El objetivo es claro y no es la responsabilidad ni el silencio, ampliamente reconocido por la Santa Sede, en los casos de abusos sexuales. El objetivo es el mismo Papa Francisco y la transición que se está llevando a cabo en la Iglesia; es la popularidad de Bergoglio  que  se va abriendo paso, yendo más allá de los limites de los sentimientos y las emociones para abarcar la razón. Las señales de este cambio son muchas y llegan desde todas la latitudes. Afortunadamente la Santa Sede está dando respuestas atentas y argumentadas a un documento con objeciones insistentes que van más allá de sus competencias e interfiere en las posiciones doctrinales de la Iglesia Católica.

por @mbellido

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