El trágico asalto al centro comercial Westgate en Nairobi lo planificó y lo llevo a cabo Al Shaabab, un grupo de islamistas radicales. El presidente de Kenia Uhuru Kenyatta ha dicho que, aparte de los cinco asaltantes muertos, han perdido la vida 61 civiles y seis soldados kenianos, al tiempo que 62 personas siguen hospitalizadas. «Hemos avergonzado y derrotado a nuestros atacantes», ha afirmado Kenyatta en una alocución televisada a la nación, y subrayaba que las pérdidas causadas por esta acción terrorista han sido «inmensas».
La ocupación del centro comercial, uno de los más lujosos de la capital keniana, es la peor acción terrorista que sufre Kenia desde el atentado de 1998 contra la Embajada de Estados Unidos en Nairobi, que dejó más de 200 muertos.
Un sector radical del mundo islámico esta instrumentalizando la religión y usándola y manipulándola para sus perversos fines en muchas partes del mundo. La mayor parte de los atentados se comenten contra minorías cristianas. No todos los musulmanes viven su religión de esta manera. Bajo la consigna del respeto y de la fraternidad en otros lugares, musulmanes y cristianos conviven en armonía. Por eso es importante seguir avanzando en el diálogo entre las religiones, para que el pluralismo religioso de la humanidad no sea causa de divisiones ni de guerras, sino que contribuya a la fraternidad y la paz del mundo. Los verdaderos musulmanes practican ese dicho de su tradición que siempre he admirado: “El que no sabe agradecer a las criaturas, no sabe ni siquiera agradecer al Creador” El terrorismo de esos radicales que matan, no es religión, es crimen, es odio, es blasfemia.