Seguramente todos conocéis la máxima de ese comerciante estadounidense, James Cash Penny, que decía: “muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás a un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero”. Encontré la cita hace unos días en un libro de marketing y no solo me hizo pensar en la importancia de visualizar nuestros deseos, sino también en la belleza en sí de los sueños, de esos sueños que a veces nos despiertan a mitad de la noche y hacen que volvamos a cerrar los ojos enseguida con el deseo de seguir soñándolos. Después de ver “Origen”, esa película de ciencia ficción que versa sobre la arquitectura de la mente, y donde el argumento sitúa a los personajes en lo más profundo de sus subconscientes intentando desde ahí manipular la realidad, comencé a imaginar la fortuna que podía haber sido entrar en algún momento de sus vidas en los sueños de ciertos personajes históricos. Sueños que probablemente han producido obras de arte y proyectos decisivos en la historia de la humanidad.
Estoy seguro que todo soñador tiene una porción más de felicidad en la vida y, quizás, también la posibilidad de regalar porciones a muchas otras personas cuando recrea lo que ha soñado. Probablemente los grandes artistas han sido grandes soñadores. ¿Qué habrá soñado Julio Verne para escribir obras como “Cinco semanas en globo”, “Viaje al centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna” o “Veinte mil leguas de viaje submarino”? Cuáles habrán sido los sueños de Antoine de Saint-Exupéry para conseguir posteriormente dar vida a obras como “Le Petit Prince” o “L’aviateur. He imaginado pasear por los sueños de Leonardo da Vinci, Dante, Goya, Johann Sebastian Bach, Albert Einstein, Miguel de Cervantes, Miró. ¿Qué verían esas mentes cuando dormidos dejaban sus mentes libres para descansar, aprender, advertir, recordar, desahogarse…? ¿Qué imágenes soñarían los grandes maestros pintores y escultores? ¿Qué viajes realizarían los escritores? Freud decía que las emociones enterradas en la superficie subconsciente suben a la superficie consciente durante los sueños. ¿Cuántas emociones descubriríamos en esos fragmentos de belleza? Entrar en esos sueños sería como tocar con la punta de los dedos la fuente de su inspiración. Hoy, leyendo una de las cartas de Vincent Van Gogh a su hermano Theo, podía imaginar cómo serían los sueños del artista. Así escribía: “He visto un efecto magnífico y muy extraño, esta tarde. Una barca muy grande cargada de carbón en el Ródano y amarrada al muelle. Vista desde lo alto, estaba toda luciente y húmeda por un chubasco; el agua era de un blanco amarillo y gris perla turbio; el cielo lila y una faja anaranjada al poniente; la ciudad, violeta. En la barca, pequeños obreros azules y blancos, iban y venían llevando la carga a tierra…”. Se sabe que la memoria puede reproducir fragmentos de experiencias anteriores que son incorporadas al sueño y yo imagino lo que producirían en Van Gogh las observaciones que su mirada de artista recogía durante las jornadas.
Sigo con la lectura de Cartas a Theo, espero que esta noche me regale algún sueño de sus sueños, no vaya a ser que se cuele entre mis sabanas la pesadilla económica, política y sindical que vive España en estos meses. Prefiero las luces de su noche estrellada

por @mbellido

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