Omnium horarum hominem

En una época de eclipse de la conciencia, vale la pena rebuscar en la historia personajes que prefirieron la muerte a la vida por fidelidad de su conciencia. Es el caso de Sócrates, de Tomás Moro, de John Fisher y de otros muchos. La conciencia es un valor supremo y además exige vigilancia constante y madurez. Una vez oí decir, y creí en la sabiduría de dicho pensamiento, que la conciencia es una ley que el hombre no se dicta a sí mismo pero a la cual debe obedecer.
La escucha constante de nuestra conciencia no solo nos hace más desprendidos de las cosas materiales, además nos hace más libre. La conciencia nos sacude cada vez que habla, nos saca del letargo y de la inercia que la realidad egoísta nos propone diariamente. Madura nuestra responsabilidad hacia la sociedad y hacia nosotros mismos. Nos pone de frente a la política, a la sociedad, a la economía y a la cultura empujándonos a adherir o rechazar. La conciencia se fortalece disminuyendo el grado de nuestra inconsciencia. Consciencia significa literalmente con conocimiento (cum scientia). Conocimiento pleno que el ser humano tiene sobre sí mismo, el mundo y las circunstancias. Como dice el diccionario, “facultad del ser humano para elaborar juicios personales de carácter moral y ético sobre lo que está bien y lo que está mal, con relación a sí mismo y a los demás”. De ahí la importancia de vigilar ya que no siempre se hace sentir con fuerza. A veces hay que buscarla y escucharla con atención.
He terminado de leer un libro sobre Tomás Moro. De su lectura me queda ese sentido de la conciencia que practicó hasta dar la vida. En 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana ni aceptar el Acta de Supremacía. Fue declarado culpable y recibió condena. Permaneció en prisión hasta ser decapitado el 6 de julio de ese mismo año. En 1935 fue canonizado por la iglesia católica, quien lo considera santo y mártir. Buen modelo de vida quien fue “un hombre para todas las horas”.