¿No hay dinero? Está en los paraísos fiscales

En mi adolescencia no fui nunca un aventajado alumno de matemáticas, aprobaba la asignatura casi siempre por los pelos.  Las cifras y las formulas me confundían y yo prefería las letras. Con el tiempo he tenido que aprenderla y practicarla en el contexto de la economía familiar, de la empresarial y de la macroeconómica de las políticas económicas de los gobiernos. En este caso las cifras, las cantidades y los números llueven sobre nuestra vida diaria con desfachatez  y a menudo con insolencia. Nos moja la cifra de la prima de riesgo, de los desempleados, de la balanza comercial, del Ibex, de la deuda pública, del Euribor, de la hipoteca, de los impuestos, del IVA y de los euros que nos quedan para llegar a final de mes.   La última cifra que aparece en la pantalla de mi ordenador son los 32 mil millones de dólares  que se encuentran actualmente en paraísos fiscales, una tercera parte de la riqueza mundial que escapa a la recaudación de los estados. Resulta que por fin nos hemos enterado de por qué  tan a menudo escuchamos en estos tiempos, desde  los Ayuntamientos, las Comunidades autonómicas, el Gobierno, las instituciones europeas o internacionales y las empresas, la frase “no hay dinero”. Nos explican que por eso hay que subir el IVA, el IRPF, el impuesto de bienes inmuebles, de vehículos,  los patrimoniales y un largo etcétera. Hay que subirlo todo y recaudar más porque “no hay dinero”. No lo hay y, por fin, sabemos quién lo tiene y donde está guardado. Un dinero que serviría para vaciar las listas del paro, pagar las pensiones, llenar muchos carritos de la compra y sobre todo reanimar y poner en marcha la economía. Quizás sigo siendo torpe en estos de las matemáticas, tanto número me confunde y esta cifra tan abultada me marea y me hace verlo todo rojo, como la cuenta del banco o quizás rojo por la sangre que me sube a la cabeza de irritación por tanta usura, tanto egoísmo,  tanta desigualdad y tanto pillo.