La mosca buscaba pista para aterrizar

Esta mañana, tomando el café en la cocina de mi casa, esperando a que se terminara de hacer la tostada, observaba como una mosca revoloteaba buscando un lugar donde posarse. Parecía un avión buscando pista para aterrizar en un aeropuerto. Finalmente se posó sobre la encimera de mármol, que no es muy grande, pero que a ella le parecería una inmensa plataforma.
La misma dimensión y dos percepciones distintas. Para la mosca enorme, para mi pequeña. Así probablemente sucede cuando distintas personas se enfrentan a un problema común. Todo depende del punto de vista de cada persona y como estas lo vean, de la actitud, del momento psicológico, de la circunstancia vital y de la grandeza o pequeñez de espíritu que se tenga. He visto, ante un mismo problema, reaccionar cruel y hoscamente a algunos y a otros, con bondad e inteligencia emocional. También a la hora de enunciar algún problema, unos lo hacen pintando el tema con trazos gruesos y otros con pinceles finísimos. No hay miradas iguales y no hay cliché estándar en las reacciones. Oigo decir que hay problemas grandes y pequeños y probablemente en muchos casos tienen razón en decirlo, pero más bien creo que son las actitudes ante ellos que son grandes o encogidas. Antes ciertas situaciones hay quien se precipita a probar el amargo sabor de la derrota antes de intentar una salida. Siempre las hay. Hay salidas y soluciones cuando somos capaces de aceptar nuestros errores sin escabullirnos dando la culpa a los demás. Hay soluciones porque la aceptación del error nos reviste de responsabilidad y de consecuencia nos impulsa a no volver a caer en el mismo traspié. Aprendemos.
A partir de esa aceptación, la creatividad en nuestra cabeza se pone en funcionamiento, todo nuestro ser se pone en movimiento y comenzamos a dar pasos que evidentemente van cambiando el panorama y el horizonte. Se limpian actitudes, pensamientos pesimistas, cosas materiales superfluas dejando así espacio a que cosas nuevas entren en nuestra vida. La prosperidad así, puede encontrar sitio para sorprendernos. Cuando se inicia una nueva etapa con este talante, uno termina por descubrir que aquel problema que nos parecía enorme ha bajado de dimensiones. Quizás hemos crecido.