No me acostumbro. Las imágenes patéticas que nos llegan de esos prófugos huyendo de las guerras, de las masacres e intentos genocidas, de las ejecuciones públicas, del hambre y de las enfermedades me llenan de dolor. Siento una gran impotencia y no logro entender como en las últimas votaciones en la UE sobre las cuotas de acogida de estos prófugos, Finlandia se haya abstenido y naciones como Rumania, Republica Checa Eslovaquia y Hungría hayan votado en contra.
¿Cómo es posible no conmoverse ni siquiera por un momento ante las imágenes de esas barcazas repletas de mujeres, hombres y niños desesperados atravesando el Mediterráneo?
Europa se divide entre el rechazo y la misericordia pasiva, entre la decisión de mirar para otro lado y la lentitud en actuar. Estos prófugos cansados, hambrientos y desesperados están poniendo a prueba la conciencia y el alma de Europa. Esos rostros siguen y seguirán interrogándonos por mucho tiempo porque las zonas de conflictos son muchas y porque los seres humanos luchan hasta la extenuación por sobrevivir y alcanzar una tierra donde poder vivir en paz.
No dejo de imaginar que sería de cada uno de nosotros si se encontrara en una situación similar. ¿Qué haría? ¿Cómo viviría esa desesperación?
Que ridículo me parece el independentismo catalán, que ridículos me parecen estos dirigentes políticos que se enfrascan en discursos demagógicos, prometiendo paraísos terrenales, dividiendo, produciendo rencor y metiendo en la cabeza de la gente problemas innecesarios.
Que cinismo la de estos políticos que hablan de estas elecciones como la del “vot de la teva vida” No saben hacer otra cosa que mirarse al ombligo mientras tantos millones de personas se mueren por alcanzar solo algunas migajas de los que ellos tienen ya en abundancia.
La crueldad y el cinismo sobran en Europa. Falta solidaridad y valores. Muchos se han obstinado en hacer desaparecer nuestras raíces y ahora naufragan en el mayor de los egoísmos. Al final, aburridos y saciados de bienes materiales, inventan otros “ismos”, como independentismo, para no perder la rima y justificar el gran vacío de sus vidas.