Desde que la crisis inició, el grifo editorial, no ha dejado de publicar libros sobre el tema. Casi nadie en el mundo occidental ha renunciado a decir algo sobre la crisis; ni siquiera aquellos economistas que tendrían que haber previsto y anunciado las consecuencias dolorosas que hoy padecemos por no haber actuado a tiempo. Ahora muchos de estos estudiosos se dan prisa, en ofrecer causas, culpables, sentencias y valoración de daños, sin embargo, son muy pocos los que ofrecen soluciones. Es también verdad, que las excepciones no faltan. Llevo siguiendo a Albero Recarte desde agosto de 2008. Lástima que quien gobernaba España en esos momentos (incluido Rubalcaba) nada quiso saber de sus advertencias. De todos modos, leyendo a autores varios, de distintas tendencias, culturas y nacionalidades, he podido descubrir pistas comunes que me llevan a intuir la presencia en esta crisis del lado oscuro del nuevo orden mundial, capaz de contagiar.
Occidente, mejor dicho Europa, vive desde hace muchos años desunida y esto la hace frágil ante cualquier ataque. El euro y las economías de los países europeos no respiraran tranquilas hasta que no se produzca una unión bancaria, fiscal y monetaria total. Las medidas paliativas que se están aplicando hasta ahora con rescates e inyecciones de liquidez arriesgan de no servir para nada. Se está perdiendo mucho tiempo. Y se necesitaría gestionar este presente con rapidez para construir un mejor futuro europeo, pero, al parecer, ningún estado está dispuesto a perder algo de su soberanía en beneficio de la unidad.
Europa es una casa a medio hacer.
Queramos o no, no hay otra salida que la de la unidad.
Una Europa plural pero unida.
Esta crisis está poniendo de relieve que las naciones europeas siguen actuando condicionadas por la sospecha sobre nosotros mismos y eso desgarra la certeza de que Europa forma un todo único y unido, moldeado por unas huellas comunes.
Tres meses de tiempo, solo tres meses según Christine Lagarde, le queda al euro y a la Unión Europea. ¿Quién y cuando se le pondrá el cascabel al gato? Mientras tanto aquí, Rubalcaba, muy «preocupado» por un «desastre de gestión». ¿Ironía, cara dura, pérdida de memoria o lucha desesperada por volver al poder a cualquier precio? Es lo que nos faltaba.