Aunque amé y amo mucho a mi ciudad natal a la que tanto le debo, fue en Madrid donde encontré  las primeras encrucijadas de mi vida y empecé a crecer. En aquel año,  cuando recién salido de la adolescencia,  viví lejos de la familia  por razones de estudio, frecuentando otros ambientes y otras personas.

Respiré aires desconocidos y robustecí mi curiosidad y mis deseos de razonarlo todo cuando por ejemplo en la cafetería de la Escuela de Graduados Sociales debatía con compañeros comunistas en la clandestinidad,  temas políticos y sociales, entre el humo, las voces de las compañeras que tomaban café en la barra y las nuevas ideas que estallaban libres en la España de entonces. En parte también me sentí, sobre todo los primeros meses,  un poco extranjero y sin arraigo. Yo venía del sur. Quizás por primera vez chocaba con la vida, que por una parte me hacía crecer y por otra me hacía pensar a veces que aquel lugar no era para mí, por mi condición de adolescente pueblerino y retraído. No fracasé del todo en los estudios  y no llegué a tener tantas malas notas pero pené lo indecible para combinar trabajo y estudio a la vez.   Fue un periodo fecundo artísticamente. Compuse muchas canciones y escribí mucha poesía.  Quizá, volviendo la vista atrás, creo que  no habría sido tan  fecunda mi escritura si no hubiera atravesado la fragua de aquel desasosiego. Como todo aprendiz de hombre sondeé la vida en muchos aspectos en una búsqueda a veces peregrina, a veces  metódica hasta descubrir que el viaje de mi vida tenía que continuar en otras tierras y en otras culturas. Esta labrada decisión me llevo un año más tarde a tierras toscanas. Italia supo darme lo que necesitaba  y formarme al tiempo que iba desnudando mi vocación por la belleza. Creo que los años que allí viví y los muchos viajes que realicé en aquel periodo por el mundo me hicieron vulnerable y duro, frágil y determinado, curioso e inconformista al mismo tiempo.  Fue una etapa de mi vida en la que empujado, no sé porque viento espiritual, creí profundamente que no había otra cosa más importante que hacer en la vida que , cercare la belleza, que chercher la beauté, que perseguir la belleza.  Una postal con la imagen del Nacimiento de Venus de Bouguereau, dirigida a mis padres,  que he encontrado en una caja de recuerdos familiares decía así: “Ayer he pasado muchas horas en la Galleria de gli Uffizi en Florencia, os aseguro que me he dejado habitar por la belleza, es como una luz que me ha invadido y que ahora  brota decidida en todo lo que hago. Como si todo respondiera a este impulso. Soy feliz.”

por @mbellido

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