Esta mañana asistí a una reunión donde se mezclaban personas conocidas y personas que se encontraban por primera vez.  Mientras esperaba a que diera inicio el acto, observaba desde mi posición los saludos que se intercambiaban las personas que iban llegando y las que ya estaban.

Un saludo es un acto que adviene cuando dos personas se aproximan suficientemente como para poder reconocer la expresión del  rostro del que se acerca, o si están ya cerca, estableciendo ese contacto visivo preliminar. De consecuencia en la sala, viajaban saludos de corta y de larga distancia.

Normalmente el saludo conlleva una sonrisa, una rápida alzada de las cejas, que permanecen levantadas unas decimas de segundo, y finalmente, un movimiento de cabeza, mientras la sonrisa continúa.

Desde mi observatorio podía notar que ese ritual del saludo tenía varias modalidades, a veces más distendido, más rápido, más intenso o más superficial.  En algunos casos observaba que algunas personas que entraban en contacto mostraban, con una cierta chispa en los ojos y con su sonrisa,  un cierto reconocimiento social reciproco, otras miradas contenían complicidad, otras placer e incluso en algún caso pude observar temor y respeto e incluso embarazo o cautela. En la mayor parte de los casos el saludo se sellaba con un estrechamiento de mano y otros con un abrazo. (Algo que se olvida o que se desconoce, a este propósito, es que según las buenas maneras o el protocolo,  este tipo de saludo lo brinda la señora, o la persona de mayor dignidad, quien se adelanta a ofrecer la mano)

Ante la imposibilidad esta mañana de conocer el contenido verbal de todos esos saludos, atesoré en mi observación una inmensa cantidad de mensajes no verbales. Probablemente por la cabeza de muchas de estas personas que se saludaban por primera vez pasaban preguntas como ¿Quién es esta persona? ¿Quién soy yo en esta situación? ¿Quién quiero ser? ¿Qué debo mostrar? ¿Quién cree el que sea yo?

La verdad es que no era difícil imaginar entre estas personas que se saludaban  muchos pensamientos y muchos gestos y palabras de exploración. Es muy habitual buscar en estos primeros encuentros aprobación y aceptación. Es también muy habitual que muchos olviden que quien no se acepta a sí mismo, difícilmente será aceptado por los otros y esto a menudo se refleja en los saludos.

A propósito, la palabra saludo deriva del latín salus, salutis “salud”,  del verbo salutare, desear salud.

por @mbellido

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