He hablado recientemente con un amigo que ha viajado a Jerusalén y allí ha tenido ocasión de hablar con mucha gente llana, del pueblo, de escuchar sus sentimientos, vicisitudes y esperanzas. Sorprende el hambre de paz de estas personas. Así me lo trasmitía y así lo he reflexionado.
Cuatro barrios, tres religiones, dos pueblos, un Dios. Esa es la idea que muchos tienen de Jerusalén. Ciudad santa, dividida, amada y deseada. Los cuatro barrios de la ciudad son el musulmán, el cristiano, el armenio y el hebreo. Las tres religiones son el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Los dos pueblos: el hebraico y el palestino. Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo, habitada por los jebuseos antes de la llegada de las tribus hebreas a Canaán a principios del siglo XIII a. C. Fue la antigua capital del Reino de Israel y del Reino de Judá, y siglos más tarde del reino franco de Jerusalén. Hoy, en Tel Aviv se mueve la economía y se llevan a cabo las negociaciones con los mediadores. En Jerusalén la gente “vive”, no se negocia. Se vive día a día la esperanza y la desesperanza junto al muro de las lamentaciones o cerca del monte Gólgota donde convergen también las vicisitudes de la gente Haifa, de Galilea o de Gaza. Años duros para aquellos que se esfuerzan en construir un diálogo entre hebreos, musulmanes y cristianos. Desde hace tiempo no se habla de resolución de conflicto sino de gestión del conflicto.
Al fondo de este horizonte se encuentra Egipto, uno de los países más interesados en propiciar una reconciliación entre las dos facciones palestinas, sobre todo, porque la presencia de un movimiento fundamentalista con poderes de gobierno en los confines, constituye un elemento de atracción para los islamistas que viven en el seno del país. Egipto en los últimos tiempos ha acogido dos vértices Sharm-el-Sheik, el primero para ratificar la tregua entre Israel y Gaza y el segundo para coordinar las ayudas internacionales para la reconstrucción de Gaza. Pos su parte, Washington quiere abrir nuevos canales de diálogo, sobre todo con Damasco (además de Teherán), una triangulación diplomática que puede funcionar.

Según Mitchell Rice, profesor en Ciencia Política de la Universidad de Texas, la administración de Obama seguirá apoyando a lsrael y a la vez tendrá un rol más activo en las negociaciones. “El nuevo gobierno intentará comprometer no solamente a Gaza, sino también a las naciones árabes de Medio Oriente, en un proceso de paz. A la vez presionará a Israel para que llegue a algún tipo de acuerdo.”
Todos estos esfuerzos pueden convertir este momento de dificultades en el momento oportuno para encontrar la paz. Pero la Comunidad Internacional tendrá que aunar esfuerzos. Europa también debería ejercer un papel mediador. Muchos palestinos e israelíes así lo desean. Que la miseria, el dolor y el terror abran paso a la esperanza.

por @mbellido

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