Con el pasar del tiempo entiendo que existe una especie de inconsciente colectiva que genera arquetipos en todas las culturas.
Intento explicarlo en otros términos. Creo que existen en las diversas culturas y pueblos del mundo, algunas imágenes de carácter psicológico innato que con independencia de la ubicación geográfica o la historia específica de ese pueblo siempre encontramos. Me refiero a la idea del «viejo sabio», o del alma, por ejemplo. Algo así les está sucediendo a los que viven conectados a las redes sociales. “The social Network” está creando un modo de afrontar la vida que en muchos casos está condicionando del mismo modo a personas de diferentes culturas y nacionalidades. Se ha hecho camino la idea de que se existe solo si está conectado. Las redes sociales son una especie de tejido que permite desarrollar relaciones entre las personas y esto de por sí es algo muy positivo. Si además las relaciones son autenticas, respetuosas y verdaderas el enriquecimiento es aún mayor. Sin embargo, son un riego si trasmiten la precepción de existir solo cuando se está conectado. Hoy un colega que había olvidado su móvil en casa, (que habitualmente no usa para su trabajo), me comentaba que sin poder consultar twitter y facebook se sentía vacío y perdido. He recordado esos años de mi infancia cuando el teléfono era un lujo que no todas las familias se podían permitir, he recordado cuando en mi juventud se salía de viaje y el único modo de avisar a la familia que se había llegado a través del envío de una postal, he recordado cuando no existía la TV, cuando el modo de comunicarse entre las empresas era a través de una carta o una llamada telefónica. Es bueno siempre recordar. Sin la memoria somos sacos vacíos que se mueven a merced del viento o banderas vacías de conciencia. Las redes sociales son un riesgo, pueden convertirse en la enorme ballena que se tragó a Pinocho y a su conciencia, Pepito grillo. En su enorme cavidad como le pasó a Pinocho se podrán encontrar una enormidad de cosas heterogéneas, todo aquello que la gran ballena se ha ido tragando con el tiempo, pero habremos perdido algo de libertad y quizás no seamos capaces de encontrarnos siempre a nosotros mismo.