En el mundo hay 1.200 millones de pobres, seres humanos que viven con menos de un dólar por día. Colectivos que se concentran sobre todo en India (33 por ciento de los pobres del mundo); China (13 por ciento); Nigeria (7 por ciento); Bangladesh (6 por ciento); y la Republica Democrática del Congo (5 por ciento). Si a estos países se les añaden otros pocos como Pakistán, Tanzania, Etiopia y Kenia llegamos a contabilizar casi el 80 por ciento de los extremadamente pobres de nuestra Tierra.
El Banco Mundial afirma que el crecimiento económico es vital para reducir la pobreza, pero solo con el crecimiento no basta. Es necesario que los países completen los esfuerzos por reforzar el crecimiento con políticas de cooperación hacia los países con más necesidad. Se trata de crear oportunidades en estos países para que no solo salgan de la pobreza extrema sino que avancen en su nivel de vida con trabajo y recursos.
Hoy los titulares de los medios españoles y las tertulias hablaran de La tasa interanual del Índice de Precios al Consumo (IPC) que fue de -0,1% en marzo, una décima menos que el mes anterior, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Seguramente es una cuestión fundamental para nuestra economía. Sin embargo no podemos olvidar que 30.000 niños menores de cinco años mueren en el mundo por falta de medios, de enfermedades que podrían haber sido evitadas, que más de mil millones de personas en nuestro Planeta no tienen acceso al agua potable, que 1.200 millones de personas sufren la pobreza extrema.
No podemos dejar de mirar a nuestro alrededor, no podemos olvidar a quien pasa hambre, sufre enfermedades o vive inmerso en guerras fratricidas aunque los medios de comunicación se olviden de llevar esas noticias a sus páginas. Basta un ejemplo, Sudán para la mayoría es ya una crisis olvidada: sin embargo empeora la situación de hambre y malnutrición día a día.