Recientemente estuve en Bruselas, donde pude visitar las instituciones europeas. Un tema recurrente en las conversaciones era la futura presidencia del Consejo. Una baraja de nombres muy suculentas: Tony Blair (Gran Bretaña), Wolfgang Schüssel (Austria), Jean-Claude Juncker (Luxemburgo), Paavo Lipponen (Finlandia), Jan Peter Balkenende (Países Bajos), Fredrik Reinfeldt (Suecia), Felipe González (España), Herman van Rompuy (Bélgica) e Vara Vike-Freiberga (Letonia). Un cargo gratificante para estas personalidades políticas que durará dos años y medios y que pondrá rostro a la Unión Europea.
Otro cargo que también está en juego es el del Alto representante para la política exterior de la UE. Para este puesto también suenan nombres conocidos: Joschka Fischer, Massimo D’Alema, Michel Barnier, David Miliband, Moratinos.
Las opiniones se dividen a la hora de hacer quinielas. Hay quien cree idóneo proponer , para esos cargos, a personalidades conocidas, con buena trayectoria politica y con autoridad moral suficiente para asumir puestos tan relevantes y de prestigio y hay otras opiniones que van por otros derroteros. Se piensa que tendrían que ser personajes menos conocidos, pero muy trabajadores, atentos, pacientes, capaces de escuchar la opiniones de los veintisiete socios y ayudarles a votar y a decidirse por las soluciones más sensatas y beneficiosas para toda la UE. Aunque no se tiene mucha información sobre las funciones que deberá desempeñar el presidente del Consejo, lo normal será que dedique tiempo y energia a preparar con el presidente de la Comisión la agenda de reuniones. Por tanto, parece claro que se necesitaria un buen gestor que sin duda será mas eficaz que un brillante y carismático político.
Mientras se hacen quinielas, algunos medios de comunicación, de esta parte del Atlántico y de la otra, han puesto sobre la mesa a otro nombre como posible candidato: José María Aznar.
Valiente eclipse para Zapatero si algo así sucediera. El momento estelar de la presidencia española que tanto espera el presidente del gobierno podría quedarse en otro “quiero y no puedo”.
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Manuel Bellido