Yo no me resigno

Recibo los estímulos de los acontecimientos de mi entorno y escribo respondiendo a ellos. Ante los errores de un listillo incapaz, escribo palabras de advertencia: nos están tomando el pelo, dividiendo y privándonos de esperanza y de ilusiones. Un señor bastante indocto y con poca conciencia quiere que España esté dividida, quiere tensión y pasa avasallando una y otra vez los límites de la sensatez con tal de conservar su trasnochada borrachera de poder. Sus “dogmas” chorrean en los telediarios, en los mítines y en las intervenciones de sus fieles asistentes. Es capaz de clasificar y de etiquetar a quien no piensa como él y todo el que discrepa viene tachado inmediatamente como mínimo de cavernícola de extrema derecha o antidemócrata. Él decide lo que es democrático y lo que no lo es, decide lo que hay que recordar de la historia y lo que hay que olvidar, decide lo que es legal o ilegal, sentencia en qué educar y de qué manera a nuestros jóvenes, concluye de quien es la Tierra, resuelve cuando se puede exterminar a un ser humano en el seno de su madre, adquiere rango de juez supremo cada vez que habla y no se corta un pelo en insultar la inteligencia de la gente con sus ficciones y quimeras. Ni en Portugal ni en Irlanda se alcanza una cifra de paro como en España donde se eleva ya al 20,5%, rozando los 5 millones. Por tanto este señor se comporta como un hipócrita ridículo cuando quiere hacernos creer que hace algo por la gente. Poco le tiene que importar gobernar y mucho ocupar el poder. No hay que resignarse, esto va de mal en peor y hay que ponerle freno. Yo no me resigno.