Me decía un médico esta mañana que a su consulta un 30 por ciento de los pacientes que acuden diariamente lo hacen con problemas que nada tienen que ver con una causa orgánica. Personas que sufren trastornos crónicos, clasificados por la ciencia como funcionales: molestias digestivas, intestinales, respiratorias, dolores de cabezas o en las articulaciones. Trastornos que no se pueden evaluar en la consulta y que llevan a prescribir al paciente la posterior visita a especialistas. En no pocos casos, después de haber realizado analíticas y exámenes de todo tipo, no se consiguen encontrar todas las causas y dar una solución definitiva al paciente. Me comentaba este amigo médico que muchos en su profesión están llegando a pensar que la medicina que se practica en la actualidad, en líneas generales, no está capacitada para encuadrar todos los problemas de salud del hombre de hoy. De consecuencia, no se pueden ofrecer soluciones definitivas a los enfermos. A veces muchos pacientes corren desesperados de la sanidad pública a la privada, y viceversa, para obtener diagnósticos sensatos y soluciones eficaces. Hay gente que se desespera sintiéndose juzgado como “enfermo imaginario”, o bien, que se ve diagnosticar un problema, a veces real, y, sin embargo, al desconocer su origen, no dan en la tecla para resolver definitivamente el trastorno. Mi amigo añadía que habría que sustituir la idea de enfermedad por otra que podríamos denominar “vulnerabilidad individual” y, por supuesto, incluir variables psicosomáticas en el proceso de valoración. A menudo, las cortas consultas no permiten escuchar el trasfondo de las molestias. Quizás habría que pararse algo más y prestar atención al peso de la historia personal del paciente sobre su salud. ¡Cuántas veces se llega a la conclusión de que un dolor de cabeza diario proviene de las malas relaciones entre un empleado y su jefe o entre compañeros, o que la depresión de un cocinero de restaurante dependía de la mala calidad de los productos que le aportaba el dueño del local y con los que tenía que preparar platos suculentos!
En estos casos, y en muchos otros a los que se refería este médico, evidentemente no sirven sólo medicinas que alivien los síntomas.
Afortunadamente hoy existen ya instrumentos más que eficaces para medir la variabilidad psicosomática. En algunas naciones están naciendo centros especializados de “psicocardiología” o “psicodiabetes”. En una ciudad del norte de Italia existe ya un ambulatorio de psiconeuroendocrinología que se ocupa de obesidad, hipertensiones y trastornos del carácter. Cuando a uno le duele la cabeza, lo mejor es tomarse lo antes posible algo que calme el dolor, después habría que buscar la causa sabiendo que podría ser algo externo que nos quita la paz y el sosiego o, simplemente, que no estamos satisfechos con nosotros mismos, con la vida que llevamos o con las relaciones afectivas de nuestra vida.
Manuel Bellido

por @mbellido

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