Los personajes y héroes de la novelas de Jun’ichirō Tanizaki pueden vivir solo en la autodestrucción. Situación que al final se convierte en una especie de camino para alcanzar la belleza. A veces la literatura concierne a un único y entretejido cosmos, el real, que muchos autores saben reflejar a la perfección.  Hace años leí, durante unas vacaciones, varios libros de Tanizaki. El primero de ellos, lo encontré en un quiosco de periódicos en la playa de Civitanova Marche, en el Adriático italiano; su titulo era  L’ amore di uno sciocco. (El amor de un tonto). La protagonista llamada Naomi, era  una mujer hermosísima  e inmoral que se transforma para tratar de asemejarse a las mujeres occidentales que ve en el cine. La conversión no es indolora; la mujer se convierte e mentirosa, caprichosa y vulgar. Joji su marido, es tonto (sciocco) porque hace  de la explicita vulgaridad de Naomi el centro de su amor. Tanizaki abre así también un debate sobre la relación dramática entre Japón y Occidente; dramático entrecruzamiento de la cultura y el arte de Oriente y Occidente, en ese periodo del siglo XX donde convivieron la modernización y devastación del siglo.

En El elogio de la sombra escrito en 1933, descubrí que seguía  indagando, desde su prisma oriental, en ese universo complejo, de bordes inciertos, que son algunas obsesiones occidentales: el derroche de luz eléctrica, la necesidad insaciable de claridad y brillantez, la excesiva estimulación del nervio óptico que impone nuestra civilización, despreciando al mismo tiempo, cortinas, velos,  zonas de sombra, rincones en penumbra y matices. Modos y modas que impiden una relación armónica entre el sentido de la vista  y otros sentidos como el olfato y el tacto. En occidente es positiva la luminosidad y la brillantez, mientras que la oscuridad, lo opaco y la penumbra son  de signo negativo.  En Japón y, en general en Oriente, (he tenido ocasión de comprobarlos en mis viajes a China, Corea y Japón), la sombra forma parte de la belleza. En el libro La llave, que he leído recientemente, relata la historia de un matrimonio japonés y sus infidelidades. Milagrosamente, un antiguo juego del alma, (de ofertas y renuencias) entre esposos, se convierte en moderno, cuando en realidad es sólo un refinado juego desquiciado de la anticuada estructura novelesca del no-amor. La narración va alternando el diario personal de él y el de su mujer. Tensión sexual constante, sospechas y riesgos, mientras se viven las infidelidades, tratando de no ser descubiertos.

La vida misma; reflejo de muchas situaciones que se viven hoy en nuestra sociedad.

Entre realidad y ficción, en muchas narraciones, no existen límites precisos, pero los referentes, a menudo, forman parte de la vida real.

Los libros de Tanizaki son, como muchos otros de mis autores preferidos, la vida en miniatura. Ciertos libros me hacen recuperar espacios y tiempos gracias a la lúcida mirada de sus autores. Esta vez fue Tanizaki.

por @mbellido

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