Si 2013 supuso la consagración del “touch” en casi todos los ámbitos, 2014 se presenta con grandes expectativas en el ámbito de las tecnologías de uso familiar, que modificaran profundamente los hábitos de millones de familias. La conectividad en la vida diaria está madurando su desarrollo a pasos agigantados y será la tendencia reina del nuevo año.
En la actualidad hay 1,9 mil millones de objetos que, de una manera o de otra, pueden acceder a Internet, proporcionar información y datos útiles o ejecutar comandos de forma remota. Según algunas estimaciones, se convertirán en nueve mil millones en 2018 y tendrán un uso normal como hoy lo tienen las tabletas, los ordenadores o los teléfonos inteligentes.
El ambiente domestico será el lugar ideal para que se desarrollen estas tecnologías. Los electrodomésticos serán los primeros que se podrán conectar a la red: lavadoras y aparatos de aire acondicionado se controlarán desde el teléfono, los hornos se encenderán o apagaran desde el móvil, los frigoríficos, gracias a una aplicación, nos mostraran lo que hay dentro de ellos mientras estamos comprando en el supermercado. Pero aquello que quizás se afianzará más en este sentido en 2014, será un sistema integrado en las casa: sensores que encenderán la luz a nuestro paso, cerraduras que se abrirán con el móvil, interruptores que se apagaran desde el televisor o desde lo Smartphone, mecanismos avanzados de seguridad que se controlarán a distancia. En estos días desde EE.UU y China comienzan a llegarme avances de esta revolución tecnológica y tengo que decir que voy de sorpresa en sorpresa.
Todo lo que estoy viendo de estas nuevas tecnologías me gusta, porque comprendo su utilidad en la vida diaria pero también constato que pueden ayudar a salvar muchas vidas. La presencia de sensores casi en todas partes, permitirá reducir los tiempos de reacción y de respuesta en caso de desastres naturales, de enfermedad, de accidentes, como explosiones, terremotos, tempestades, erupción de volcanes… Ante cualquier anormalidad no prevista la conexión con los centros de ayuda permitirán una intervención más rápida. Estar tan monitorizados puede dar fastidio a más de uno pero en el fondo hay que reconocer que cuando la tecnología se pone al servicio de la vida este tipo de monitorización tiene muchos lados positivos.