Mientras una crisis económica y financiera azota a una parte del planeta, una crisis alimentaria castiga cruelmente a la otra mitad. De esta última se habla menos, pero existe. Grandes sequías y grandes inundaciones, desde hace años, están llevando a las reservas de alimentos a su nivel más bajo de las últimas décadas. Muchos millones de personas, sobre todo niños, están muriendo por esas causas.

Es evidente que la coincidencia de la crisis económica y financiera, los desastres naturales y la crisis alimentaria están preparando el terreno de otra crisis de dimensiones globales que se puede desencadenar antes de lo que pensamos, una gran crisis ecológica. Como un volcán que va concentrando magma y cuando menos se espera revienta en una violenta erupción, así nos encontraremos envuelto en esta crisis ecológica de dimensiones globales.

El producir, consumir y crecer, como lo veníamos entendiendo hasta ahora, está en vía de transformación. Si con más de 7.000 millones de personas en el planeta la situación es delicada, figurémonos cómo será dentro de 20 años cuandola Tierraalojará a más de 9.000 millones de seres humanos, y entre ellos muchos millones de consumidores «a la occidental». Como decía Gandhi,la Tierra posee suficientes recursos para todos, pero no para la voracidad de algunos que es una verdadera enfermedad en el mundo occidental.

Esta crisis ha puesto de relieve el primado de la economía, según un cierto modo de entenderla, sobre la política y sobre todo sobre la ética. Los resultados de este desbarajuste están contribuyendo a  falta de estabilidad y seguridad a todos los  niveles. Si no cambia el modo perverso de entender la economía y de hacer política nuestro futuro correrá cada vez más peligro.

El gran egoísmo de los mercados y la desidia de los gobernantes no están cierto contribuyendo en la actual  encrucijada histórica a clarificar un modelo de mundo más sostenible que pueda ilusionar a los seres humanos y darles esperanza.

El funcionamiento de la economía también depende de la salud del ambiente. Quien gobierna no solo debe saber administrar honradamente sino y, a la vez, comprender las transformaciones del sistema mundial adaptando las políticas a los cambios. Probablemente en el futuro tendremos que producir menos bienes de consumo inútil y más servicios y recursos esenciales para todos.

Tendremos que transformar los planes industriales basados en el consumismo caníbal que ha caracterizado estas últimas décadas en estrategias y proyectos más inspirados en la «green economy» y en las nuevas tecnologías. Se tratará de seguir satisfaciendo  las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro, disminuyendo ese egoísmo exacerbado que tanto daño está haciendo a la humanidad. No estaba tan lejos de nuestra sufrida realidad actual, la frase de Sir Francis Bacon: «El egoísta sería capaz de pegar fuego a la casa del vecino para hacer freír un huevo».

Vivimos un momento crucial. Esperemos que el verano sea un momento de merecido descanso, pero también de reflexión, y más para aquellos que concentran poder en nuestras sociedades, mercados, políticos y sindicatos. Ojalá volvamos con nuevas ideas y ganas de arrimar el hombro. En un país de más de 5 millones de parados no es admisible seguir discrepando con huelgas y manifestaciones: lo sensato y coherente sería hacerlo trabajando más.

Manuel Bellido

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por @mbellido

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