Tiempo de viajes, tiempo de vacaciones y tiempo de comidas en restaurantes, chiringuitos, ventas de carretera y hoteles. Tiempo de desfases alimenticios.  A veces no se puede evitar de caer en la tentación cuando estamos de vacaciones y en compañía de otras personas. Momentos en que se nos olvida la dieta, el colesterol, los kilos de más, o cualquier intolerancia. “No se debe vivir para comer, sino comer para vivir” había dicho Molière. Hoy a esta frase se le podría añadir una máxima muy simple: a la alimentación no habría que confiarle solamente nuestra supervivencia y nuestro placer, sino también nuestra salud.  Las pruebas científicas sobre el efecto de la alimentación en nuestra salud son innumerables. Que a través de lo que se come se pueden curar y prevenir muchos males, está comprobado.  De hecho, a relanzar los alimentos como auténticos fármacos, no son solamente los centros alternativos de siempre, que tratan siempre de proponer remedios de medicina popular, sino también institutos de investigación avanzadísimos en EE.UU y Europa, con fama de rigurosos y ortodoxos al 100%.

La cebolla beneficia a quien tienen problemas de corazón, el yogur tiene propiedades antibióticas, los ácidos grasos de cierto pescado tienen efectos antiinflamatorios y disminuyen el colesterol malo, la leche y las fibras de ciertas verduras alejan el tumor intestinal, las zanahorias ricas en carotenos ayudan a los ex fumadores… Que los alimentos  fueran una autentica farmacia natural lo había intuido ya hace bastantes siglos un médico de la Antigua Grecia, llamado Hipócrates, afirmando: “Dejad que los alimentos sean vuestra medicina”.

Además de aprender a conocerlos  y utilizarlos en función de su cualidad terapéutica, es importante también saber combinarlos. Se sabe que es mejor no comer fruta al final de la comida, que es mejor no tomar a la vez proteínas de la carne e hidratos de carbono, (carne con patatas). Prohibido, dicen los expertos, el pan con mantequilla, es decir glúcidos unidos a lípidos o unir huevos y queso, leche y huevos, o carne y mantequilla. La explicación es muy sencilla menos alimentos se mezclan en una comida menos enzimas se tienen que poner a funcionar para digerirlos.

Aunque estemos de vacaciones, conviene no dejar de lado buenas costumbres alimenticias.  Precisamente puede ser el momento ideal para combinar dos aspectos fundamentales de nuestra vida: relajación y salud. Esparcimiento, reflexión y diversión, oportunidad de disfrutar de la gastronomía de la localidad donde estemos y, si es pescado, mejor.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com