Ayer tuve un sueño. Soñar debe ser tan necesario como comer, es una función biológica y, además, gracias a ello salvaguardamos el equilibrio psíquico. Esta mañana llegué a una conclusión, probablemente no muy ortodoxa, pero que me dejó satisfecho. Pensé que la función del sueño era la de hacernos soñar. El sueño de ayer era positivo y movilizaba sensaciones y emociones constructivas. Recordaba solo algún flash pero lo poco que volví a reproducir en mi memoria hizo que me diera un chapuzón en mis anhelos más profundos. En mi sueño conocí a una nueva raza de políticos, gente que luchaba contra el terrorismo, que promovía la libertad, solucionaba los conflictos locales y regionales, luchaba contra el paro, el hambre y la pobreza y hacía de todo por garantizar un futuro limpio y de paz para nuestros hijos. Soñé que esa nueva generación de políticos trabajaba también para conseguir que la Unión Europea fuera cada día más fuerte, y tendía puentes para que el vínculo trasatlántico fuera cada vez más sólido. Soñé que desaparecían los liberados sindicales y se convertían en trabajadores eficaces y profesionales, que Toxo y Méndez desconvocaban la huelga del 29 porque reconocían que era un paripé político, que era inoportuna, incongruente e inútil, que podía dañar aún más los intereses económicos de España, de los trabajadores y de los empresarios. Soñé que los sindicatos y los partidos se financiaban con las cuotas de sus afiliados. Soñé que para las elecciones había listas abiertas en los partidos y cada candidato se batía el cobre por estar en las calles con la gente, para enterarse de sus problemas, para volver a ilusionar. Soñé que el Estado creaba una administración menos burocrática, que no duplicaba competencias entre Ministerios y Consejería Autónomas. Soñé que la Justicia se despolitizaba, y se volvía neutral e igual para todos. Soñé que en las escuelas se enseñaba el valor del esfuerzo y del mérito, que se enseñaba a pensar y a ser hombres libres.
Me pareció un sueño plausible, admisible y hasta recomendable… Escuchando las noticias de la radio me pareció tan utópico como el mito sumerio de Inanna descendiendo al “país de nunca jamás” o Gilgamesh buscando la planta de la inmortalidad. En realidad la radio me recordaba las incursiones al infierno de Eneas, Teseo, Hércules u Orfeo.
De todas maneras esta noche volveré a soñar, tengo una buena lista de anhelos y deseos. Estos sueños que pertenecen a la noche y conducen al día pueden conducirme también a la esperanza. A fuerza de visualizar algo termina aconteciendo.

por @mbellido

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