Un simple gesto

Veo a muchos políticos en esta campaña electoral, sumidos en un mundo contradictorio, asumiendo día a día, toda la carga de su pasado, su responsabilidad y decisión frente a unos valores superiores que no alcanzan y que para algunos parecen un tanto indeterminados. Veo a otros dominados por el ansia de poder o por la sumisión al dios dinero. El político en general se presenta hoy en lucha consigo mismo, con la oposición, con los mercados, con las encuestas, con los estudios sociológicos y con el marketing político. El político vive enfrentado a cambiantes situaciones externas que le procuran pesadillas, inquietudes, contentamientos y euforias. Todo eso entremezclado con sus ambiciones y temores personales a las represalias de los militantes y compañeros de filas. Se ve en algunos, en esta campaña electoral, posturas rígidas, estatismo ideológico, posturas frontales de pelea y la decisión neutra de quien dice sin querer decir y no dice lo que debería.
Todo eso produce un distanciamiento entre el ciudadano medio y culto y los protagonistas de la escena política, un efecto, por cierto, contrario a la empatía que buscan para ganar votos. La gente quiere paz, no pelea, la gente quiere equilibrio, sensatez, concreción, quieren que se le resuelvan los problemas. Algunos lanzan soflamas como quien tira una pelotita a ver cómo rebota, sin embargo la gente quiere claridad y verdad.
No es suficiente un cambio de presidente del gobierno para cambiar las cosas, ni para restablecer la confianza, pero si es indispensable. El 20 N es decisivo y esperemos que quien vaya a vivir a la Moncloa sea coherente y honrado. Es verdad que los mercados quieren cordura y racionalidad económica en los gobiernos, por eso presionan y dan la sensación que la política se arrodilla ante ellos. Lo cierto es que en eso coinciden con la ciudadanía y esta podrá decidir más que los mercados con el simple gesto de meter una papeleta en la urnas.