Me gusta caminar. Hoy volviendo a casa lo hice sin prisas. Observaba ese paisaje urbano que nunca terminamos de conocer a pesar de atravesarlo diariamente. Las múltiples arquitecturas de una ciudad como Sevilla siempre esconden detalles que si no se presta atención pasan desapercibidos. Mientras atravesaba la zona donde se encuentra la Catedral con la Giralda, los Reales Alcázares, el Archivo de Indias, el barrio de Santa Cruz, imaginaba a todas aquellas personas que por allí habrían pasado desde que se construyeron esos edificios. Callejeando por aquel barrio además de descubrir sitios pintorescos, agradables y acogedores, imaginaba millones de miradas depositadas en sus muros, ventanas, estatuas, puertas y formas. Ojos que han contemplado las tipologías de trazos y materiales utilizados, las pinceladas de colores y las corrientes artísticas que allí han plasmado sus firmas. No puedo dejar de pensar en las transformaciones sociales y culturales manifestadas en el paisaje de esta urbe, no sólo como temática, sino como utilidad y que han ido cambiando la vida de los sevillanos. Balcones, calles, plazas, conventos, palacios, casas, jardines, espacios de transito que evocan sueños, historias y leyendas y que se han materializado en piedra, hierro, adoquines, árboles y monumentos para subsistir en el tiempo como expresión cultural de cada época. Una materia que contiene el alma de su deber ser y que proclaman los títulos que la adornan: «Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Invicta y Mariana Ciudad de Sevilla». Sevilla ha inspirado desde hace siglos a muchos pintores, escritores, escultores y poetas de Europa y del mundo. Fue, especialmente rica su proyección, durante la época del Romanticismo inspirando centenares de óperas, miles de cuadros, poesías, novelas y un sin fin de composiciones musicales. Hoy, sin embargo, por un inmovilismo agravado por la falta de presupuestos municipales y por la crisis económica, Sevilla es poco más que un trozo de postal, retrato incompleto de un tiempo glorioso, que no se expone en su plenitud. Sevilla tiene que volver a despertar a un nuevo Renacimiento, restaurando todo su espectacular patrimonio y abriéndolo al disfrute de sevillanos y visitantes, consolidando el arreglo de esa calle ancha que es su río Guadalquivir, invertir en cultura, y sacar a luz todos aquellos tesoros que en gran parte permanecen cerrados o a medio descubrir. Ayer alguien me decía que no estaría mal crear una tradición de representaciones con todas aquellas óperas que aquí se ambientaron y que son más de cien: La fuerza del destino, Carmen, Las bodas de Fígaro…. Desde luego ideas no faltan, tampoco amor por esta ciudad, lo que faltan son proyectos y dinero para realizarlos. Veremos que nos ofrecen los candidatos en las próximas elecciones municipales.

por @mbellido

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