Son fechas donde la acumulación de fiestas permite a los padres pasar más tiempo en casa junto a los hijos. Un tiempo idoneo para profundizar en la educación y, por supuesto, tiempo para jugar. Todos recordamos como a través del juego hemos aprendido en nuestra infancia buenas costumbres,habitos alimenticios, higienicos y de comportamiento social. A través del juego era mas facil aprender, porque el juego, en definitiva, es una experiencia. Mi padre nunca me decía antes de comer, ve a lavarte las manos, me decía siempre una frase mágica: “batalla de agua” y yo entendía que despues de habernos lavado las manos, nos  habriamos salpicado sobre el rostro el resto de agua que nos  habia quedado en las manos. Nunca se me olvidó lavarme antes de comer, estuviera mi padre o no.  Con ese juego yo era el protagonista, vivía ese rito en primera persona, no se trataba solamente de recibir una orden de caracter higienico. Para los padres no es tarea facil educar a los hijos, ya que no existe un tratado, ni un curso acelarado. Educar es un arte y el juego puede aproximarnos a vivirlo en manera más serena. Siempre se puede inventar algo para ayudar a nuestros hijos a comportarse mejor por la calle, a comer en familia, a cuidar la higiene personal, a programarse las horas de estudio y de ocio, a cultivar el placer de la lectura, del deporte o del o del cine…  Los expertos dicen que jugar facilita la interacción social, permite descubrir su entorno y despierta el interés y la  su curiosidad. Estas fiestas pueden ser una ocasión para profundizar en tan bella actividad que además de educar, entretiene y divierte.

por @mbellido

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