Según el Global Terrorism Index 2014, el informe que publica el Institute for Economics and Peace (Iep), en 2013 se han contabilizado 10.000 atentados terroristas que han provocado 18.000 víctimas. Según este informe el 66 por ciento de los atentados han sido provocados por las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, en nombre de una supuesta yihad. Al Qaeda, yihadistas del EI, Boko Haram, y guerreros talibanes. Formaciones terroristas, que recurren, según el informe, a ideologías fundadas sobre interpretaciones extremas del Islam. Irak es el país más golpeado por la actividad terrorista, que contabilizó en 2013 6.330 muertos, un tercio de todas las victimas en estos países. Si se añaden los caídos en Siria, Afganistán, Pakistán y Nigeria, los muertos por atentados terroristas islámicos son 15.000.
2014 promete superar esas cifras.
Lo peor de todo es que la semilla de odio que están sembrando en todo el mundo islámico, tiende a crecer no a disminuir. Occidente tiene un problema muy serio, sin embargo, basta echar un vistazo a la prensa, para entender que las preocupaciones de nuestros políticos, de algunos medios de comunicación y de parte de la sociedad son otras. Una especie de cortina de humo ridícula, egoísta y frívola, se levanta diariamente ante nuestros ojos, que evita que se conozcan lo verdaderamente importante que sucede en nuestro entorno y en el mundo. Una cortina tejida de lucha de poder, de corrupción y demagogia. Sigo convencido de la importancia que tiene la función educativa de los medios masivos de comunicación, encargados entre otras cosas de recoger y transmitir valores, pues esta es la única forma de construir, de aprender esa solidaridad que considera la Tierra la casa de todos los humanos, destinados a progresar y a vivir en paz.