Ayer desempolvé un vídeo de Vladimir Derevianko con la compañía de la prestigiosa Dresden Semper Oper Ballett bailando “El Pájaro de fuego”. La obra es un ballet de 1910 de Ígor Stravinski basado en historias folclóricas rusas. En 1909 el empresario fundador y director de los Ballets Rusos, Sergei Diaghilev, le pidió a Igor Stravinsky la música para un ballet cuyo tema sería ese cuento popular conocido como «El Pájaro de Fuego». El estreno de la obra tuvo lugar en mayo de 1910 en la Opéra National de Paris, con la coreografía de Michel Fokin. La historia es una deliciosa fábula que inicia con la aparición en la escena del príncipe Iván que ha salido a cazar por la noche.
Éste se adentra sin saberlo en el jardín encantado del malvado Kastchei el Inmortal y se pone a perseguir a un pájaro. Cuando se posa en un árbol, los rayos de la luna le dan una apariencia metálica. Al verse prisionero, el pájaro implora su libertad y el príncipe se la otorga. Como recompensa, el pájaro le entrega una de sus bellísimas plumas. Poco después, el príncipe descubre a un grupo de trece princesas que retozan lanzándose frutos dorados que toman de un árbol del vergel. El joven se acerca y queda prendado de la princesa más bella y agraciada, que, a su vez, le corresponde. Por la mañana, los monstruos servidores de Kastchei hacen cautivo a Iván. El brujo quiere transformarlo en piedra y mientras está a punto de conseguirlo, el príncipe llama en su ayuda al pájaro de fuego agitando la pluma que éste le había dado. El pájaro acude y hechiza al séquito del brujo. Sin embargo, pronto los monstruos se recobran y se lanzan a una danza infernal que los deja extenuados. El pájaro interviene de nuevo y, tras dormir a Kastchei con una dulce canción de cuna, revela al príncipe que el brujo tiene escondida su alma dentro de un huevo. Kastchei despierta, pero Iván ya se ha apoderado del huevo y lo estrella contra el suelo. El brujo y su séquito desaparecen para siempre.y el príncipe y la princesa celebran su boda.
En este vídeo Vladimir Derevianko es magistral y su interpretación es soberbia, casi roza la perfección. Cada movimiento, cada gesto de su cuerpo alcanza una unidad sublime con la música. La acción emotiva proviene de los pasos de Derevianko, pero, si cerramos los ojos, la música despliega emociones y sentimientos de alegría, melancolía, tensión, relajación, que invaden el ánimo con la misma intensidad que la coreografía.
Stravinsky describía así esta obra: «Cuando hice El pájaro de fuego, yo aún no había roto por completo con los recursos del drama musical tradicional, aún susceptible al sistema de caracterización musical de personajes y situaciones diferentes. Este sistema es evidente en el empleo de procedimientos similares a lo que se llama un leitmotiv. Todo lo relativo al genio del mal, Kastcheï, y a su reino, su jardín, sus ogros y sus monstruos, está caracterizado por lo que pudiera llamarse leitharmonie. En contraste con la música cromática asociada con este mundo mágico, el elemento mortal está descrito con música característicamente rusa, de tipo más diatónico”. Esta música tiene algo de mágico, pocos coreógrafos y bailarines se han resistido a interpretarla.
Recuerdo la interpretación de Bejart con el Ballet de la Ópera de París en 1970: Béjart sustituyó a la bailarina que en el original de Fokine interpreta al “pájaro de fuego” por un bailarín, un “pájaro-fénix”, que es una suerte de espíritu de las revoluciones… El bailarín étoile Matthieu Ganio fue el encargado de esa original interpretación.
Desde hace años estoy convencido de que la música y la danza son dos disciplinas que necesitan tener algo que comunicar para poder crear o interpretar. En este caso, la música de Stravinsky tiene tal fuerza que en la película Fantasía 2000, realizada en 1999 por Walt Disney Pictures para celebrar el 60 Aniversario de la anterior “Fantasía”, se incluye una pieza con la música de la suite de 1919 de El pájaro de fuego: el resultado es impresionantemente hermoso. Al igual que en la primera película, aquí también se termina con un enfrentamiento entre el bien y el mal, la madre naturaleza, encargada de hacer florecer el bosque y el gran volcán que esconde un enorme pájaro de fuego empeñado en arrasar todo el valle. Ese fragmento de dibujos animados vuelve a ser un disfrute para los sentidos. La música de Stravinski tiene una fuerza irresistible.
¿Qué sería de nosotros sin esos grandes artistas que nos trasmiten con sus obras algo de lo que no muere? Hay en ellas reflejos inmortales y divinos.

Manuel Bellido

por @mbellido

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