A menudo, en las fotos que cuelgo en Instagram, aparezco sonriente y muchos seguidores me escriben comentarios subrayando que se me ve feliz. ¿Sonreír significa ser feliz? Está claro que nuestra felicidad, o lo que se suele llamar felicidad, en parte depende de circunstancias externas. Se comprende que sonreír, cuando uno está parado, tiene problemas sentimentales o está enfermo, no es fácil, no viene espontáneo ese gesto de alegría, de felicidad o placer que se hace curvando la boca hacia arriba. Sin embargo, conozco a personas que, incluso en medio de dificultades, consiguen siempre sonreír. Por supuesto, conozco también a personas que viven en el perenne descontento y difícilmente sueltan una sonrisa. Por lo que deduzco, sin hacer estudios concienzudos, que la felicidad es un estado de ánimo que nace en el interior, un modo de mirar la vida que puede permitirse el lujo de prescindir de lo que exteriormente pueda afectarnos, de palabras o de feos gestos de otras personas, de pretensiones o fracasos en los que inevitablemente antes o después nos vemos envueltos. A sonreír, me decía un médico amigo que fue maestro de vida en mis años jóvenes, se puede aprender. La alegría y la serenidad provienen de nuestro interior, por eso es tan importante que aprendamos a escuchar, conocer y fomentar nuestras emociones positivas, sin sofocar ni una de ellas. Decidir ser feliz genera una gran potencia en nuestras vidas, que puede infundirnos una increíble energía que, en sustancia, está compuesta de alegría.

El buen humor lo cocinamos ya en el momento de despertarnos por la mañana. Si nada más abrir los ojos llenamos nuestra cabeza de las eventuales dificultades que encontraremos durante el día, será difícil darle espacio al buen humor. Lo ideal sería que, poniendo el pie fuera de la cama, pensáramos en algo positivo e intentáramos imaginar que nos espera un buen día. Después se tratará de vivir momento tras momento. De vez en cuando no estaría mal reírnos, aunque no tengamos justificados motivos.  ¿Recordáis esos videos que se ven en YouTube de niños que se ríen a carcajadas sin un motivo aparente y que logran contagiarnos? Aunque parezca exagerado, sería ideal tomar estos momentos como ejercicios diarios que nos enseñaran a reírnos y, por supuesto, aprovechar todas las ocasiones posibles para la auto ironía y reírnos de nosotros mismos.

Sé por experiencia que las personas más felices son las que saben gozar de los pequeños grandes placeres de la vida, disfrutar de un café con un amigo, de un paseo en el parque, de un abrazo inesperado. No hay nada mejor que romper la rutina enlazando, en nuestra jornada, pausas que pinten nuestro rostro y nuestros pensamientos de alegría y cuyo resultado exterior sea una bonita sonrisa que contagie y regale felicidad a quien nos encuentra. Aprendamos poco a poco a perseguir la alegría, esa sana y verdadera que nace de nuestra paz interior.

Manuel Bellido

Director de Grupo Informaria