El 72 por ciento de las mujeres mantienen el puesto de trabajo que tenían antes de dar a luz, pero la vuelta a la actividad profesional no siempre es placentera y serena. En muchos casos tienen la sensación de encontrar un ambiente donde las relaciones y los equilibrios entre los colegas parecen distintos. Tienen la impresión de empezar desde cero y con la angustia, además, de sentir que el tiempo que queda después del horario laboral es poco para atender a sus hijos. Por eso, antes de caer en una depresión, es importante hacerse ayudar y trasladar las nuevas exigencias y los problemas que van surgiendo al jefe de personal para encontrar soluciones e incluso mayor flexibilidad de horarios.

Ese ha sido el caso de Sonia que, después de una ausencia de varios meses justificada por un difícil embarazo, se incorporó al trabajo con no pocas dificultades. Llevaba años queriéndose quedar embarazada y al final, cuando menos lo esperaba, se cumplió su sueño. Dio a luz no uno sino dos niños. Me contaba que cuando se incorporó no lograba relacionarse adecuadamente con la persona que la había sustituido; en vez de verla como un punto de referencia para volver a encontrar el ritmo de trabajo la veía como una amenaza a su estabilidad laboral. A veces habría querido morderse la lengua cuando se daba cuenta de que su tema de conversación con los colegas era biberones y pañales. Tenía la sensación de aburrirles y alejarlos.

Le parecía que todo iba de mal en peor y acudió a una amiga psicóloga que le dio algunos consejos útiles. Ahora, después de haberlos puesto en práctica, me cuenta que todo va bien, incluso mejor que antes. Lo primero que hizo fue ver en la persona que la había sustituido una guía para ponerse rápidamente al día. Trató de obtener información de todo lo que se había hecho en los meses que ella había faltado y de los proyectos en los que se estaba trabajando. Comenzó a afrontar enseguida las tareas pendientes más importantes, en vez de comenzar por las menos significativas, para acostumbrar la mente y el cuerpo al ritmo de siempre. Respondía a las preguntas y a las curiosidades de las compañeras sobre el embarazo, el parto y los hijos para restaurar los lazos de amistad, pero dejando siempre que fueran ellas a sacar el tema. Y, sobre todo, trató de sacudirse el ansia que a veces le venía y esos sentimientos de culpabilidad con los hijos por dejarlos con otra persona, De vez en cuando hacía una pausa y llamaba a casa para asegurarse de que estaban bien.

Esta es una tarea de todos y hay que seguir avanzando. Se trata de que la mujer pueda combinar felizmente y cómodamente su papel de madre y su papel productivo, y prevenir las dificultades y la desigualdad de trato en el trabajo por causa del primero. Sonia lo consiguió.

por @mbellido

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