Nuevos lazos sociales

Sabemos bastante del por qué y del cómo hemos entrado en la crisis, sabemos muy poco sobre el cómo y el cuándo de la salida.  Menos sabemos sobre el posible modelo social y económico que nos espera en el futuro. Lo que sí parece evidente es que la “embolia” que ha sufrido el sistema financiero global en 2008 ha dictado el final de un modelo de desarrollo ilimitado fundado entre otras cosas en una  producción exagerada de bienes y su consumo desmedido. La crisis ha sido como una bomba de relojería que explotó cuando la dosis de derroche, endeudamiento, economía virtual,  egoísmo  y especulación colmaron el vaso. El momento que vivimos es el resultado también de una profunda crisis espiritual. El ser humano ha equivocado, de algún modo, el sentido de la libertad, imaginando que la expansión sin límites era posible y permisible sin riesgos,  justificando cualquier medio para conseguirla, fuera licito o no.  El imperativo “disfruta” como principio aplicable en la economía psicológica del tecno-nihilismo ha sido pólvora para  esta explosión desastrosa que ha puesto “patas para arriba” nuestra sociedad.  Crecimiento sí, pero sano y equilibrado, cuidando aquellas premisas antropológicas sin las cuales ningún crecimiento puede ser sostenible. Tampoco sería lógico pasar del individualismo libertario y egoísta al gigantismo asistencial del Estado. Un futuro mejor sería posible si se restableciera un nuevo espíritu de alianzas, entendido como rehabilitación   de relaciones solidarias de colaboración entre aparatos políticos institucionales, sector privado y sociedad civil. “Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad”. Vuelvo a darle la razón a Wojtyła