¿Estamos mejor situados después de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo para entender hacia dónde va España? Creo que en parte sí. Casi todos tenemos claro hacia dónde queremos que vaya nuestro país en sentido económico y de empleo. Pero a eso habría que añadirle algo más. Visto que los gobiernos pasan y el país permanece, tendríamos que pedirles a los nuevos alcaldes, presidentes de diputaciones y presidentes de comunidades autónomas que gobiernen a largo plazo, con sentido de la responsabilidad y no sólo pensando en la rentabilidad electoral inmediata. Lo que sí está claro es que sin un recambio en el Gobierno de la nación no tendrá el Estado instrumentos para desarrollar política económica alguna y mucho menos para enderezar colectivamente el rumbo del país.

El Gobierno que dirige y conduce el Estado está formado por un equipo dirigente que se renueva periódicamente y que tiene la responsabilidad de establecer las políticas y ejecutarlas, legislar sobre el conjunto de normas, reglamentos, procedimientos y controles que constituyen las buenas prácticas de la administración. Por tanto, mientras no se produzca un recambio en la Moncloa, los Ayuntamientos no podrán más que poner orden, sanear las cuentas, imponer austeridad, llevar a cabo auditorías, recortar gastos, disminuir estructuras superfluas y pagar facturas pendientes.

El conjunto de la sociedad acaba de expresar su malestar en las urnas. Hacen falta medidas que permitan vislumbrar un horizonte de salida a la crisis que se agudiza mes a mes, durante las dos últimas legislaturas. Zapatero ha demostrado que no es capaz de hacerlo. Tardó demasiado en reconocer la realidad de la crisis, ensayó medidas a medias, amagó reformitas, mientras desde el exterior y desde la oposición se le presionaba para que hiciera algo más. Sin embargo, la miopía de Zapatero y de su equipo de gobierno ha sido siempre mayúscula cargándose la transformación y modernización que la economía española estaba viviendo desde hacía años gracias a la solidaridad de la Comunidad Europea, a los gobiernos anteriores de González y Aznar y al esfuerzo colectivo de todos los españoles. Ahora España es noticia en la prensa internacional por el número de parados, por la situación fiscal, por la deuda pública y por la tiendas de campañas de los supuestos “indignados” en algunas plazas públicas.

La calidad de vida de los españoles ha disminuido y la pobreza ha aumentado, no obstante el optimismo patológico del presidente de Zapatero, que se ha empeñado hasta la saciedad en llamar progreso a que la gente dependa de subsidios sociales y de solidaridad colectiva, cuando en realidad lo que la gente quiere es tener un puesto de trabajo y gestionarse su modo de vivir.

Zapatero en un acto de generosidad tendría que irse y dejar paso a otro líder que ilusione e inicie la transformación de las estructuras administrativas, laborales y educativas del país para responder a los retos de futuro. Las regiones que en el mundo están tomando la delantera son aquellas donde los mayores niveles de inversión van a la investigación, al desarrollo tecnológico, a la educación y a la innovación. Urgen reformas laborales y educativas, elevar el gasto en I+D y tomarse en serio la transparencia, la austeridad y la honradez política. Urge que Zapatero deje la Moncloa dejando paso a quien los ciudadanos escojan. Urge que el PSOE reflexione y ofrezca un nuevo planteamiento programático a la sociedad. Urge que el PP cumpla lo que ha prometido. En política los problemas mal resueltos tienden a empeorar.l

por @mbellido

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