Pasamos la vida buscando el camino y el rayo de sol que nos lleve a algún lado. Cada uno silbando la música que lleva dentro, mientras camina y saluda a la gente que nos pasa cerca. El tiempo corre y nosotros dentro, inmóviles en esa nave que cruza galaxias y agujeros negros. Escogemos o dejamos, bajo una lluvia de estrellas, buscando el destino o buscando la suerte. La vida que cambia y nos cambia la vida y, de tanto en tanto, el corazón canta, a ritmo de un sueño que enciende esperanzas. A veces nos encuentra un abrazo y cerramos los ojos para olvidar las heridas. Cuando una historia muere se oscurece el alma y cuando el amor nos visita nos crecen dos alas. La fe como las olas nos moja y nos deja con la intermitencia de nuestra ceguera. Nuestra mirada se pierde en el horizonte y no encontramos nada. Los pulmones respiran hoy aires de metales que envuelven noticias. En los ojos del diablo llueve la sangre de un diluvio asesino que alimenta terroristas.
Esta noche ya dura demasiado, y si pudiéramos, encenderíamos otro sol para que el día durase siempre.
Busco en las arrugas de mi mano abierta el futuro de esta Tierra y quisiera encontrar un viento sencillo que nos empuje hacia la paz, agua fresca de montaña que apague nuestra sed y un fuego niño que encienda el corazón de amor, un tiempo para cultivar campos de trigo que ahuyenten el hambre y un mañana que sea mejor.