¿Quiere o no quiere Grecia una solución? El hecho de que los representantes europeos rechazaron el domingo pasado la última propuesta del gobierno heleno -que calificaron además como “vaga y repetitiva”- se puede interpretar como que Tsipras y su gobierno están apostando porque se les dé más facilidades en la próxima cumbre de Bruselas y que se les otorgue más concesiones, mientras ganan tiempo.
Si no lo consigue se arriesga a que el impago de la deuda le saque del euro. De momento, todo sigue parado, al menos, hasta la reunión del Eurogrupo del próximo jueves, mientras unos y otros se echaran la culpa del fracaso de las negociaciones durante el pasado fin de semana.
El tiempo se acaba. Ambas partes tratan de conseguir un acuerdo antes de que venza el 30 de junio la porción del rescate que debe Grecia de 245.000 millones de euros procedente de la eurozona, el mismo día que Grecia tiene que pagar 1.600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional. Una verdadera locura.
Tsipras sedujo a los griegos cansados por la gravedad de la crisis, en la que estaba sumido el país, con la promesa de sacar a Grecia del túnel mediante su particular receta de gasto público e impago de deudas y llevarlos a la prosperidad. No cesó de repetir, una y otra vez, a los griegos «No a la troika, no al rescate internacional y no a la austeridad. Los griegos se tragaron el cuento y le votaron. Hoy, Grecia, está al borde de la recesión y la quiebra, después de los primeros 100 días de gobierno.
Todas esas promesas que hizo Tsipras son las mismas que siguen haciendo los señores de Podemos en nuestro país y que, también aquí, hay mucha gente que se está tragando el cuento.
No estaría mal recordar ese refrán popular tan sabio: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
El mejor Juez es siempre el tiempo, tan sabio que no sentencia de inmediato. ¡A esperar!