Hoy el Papa Francisco recibiendo en audiencia a unos 400 participantes en la 38 sesión de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha denunciado el «escándalo» de una «producción» que sería suficiente para alimentar a tantos millones de personas que mueren de hambre.  Pedía soluciones para evitar la enorme brecha entre ricos y pobres. El Papa recordaba que en el encuentro que tuvo con el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, al inicio de su pontificado, este le describió una «situación mundial particularmente difícil, no sólo por la crisis económica, sino también por los problemas relacionados con la seguridad, por los conflictos bélicos, por el cambio climático y  los relacionados con la preservación de la diversidad biológica.» Todas situaciones, – dijo el Papa Bergoglio – que requieren un compromiso renovado de la FAO para hacer frente a los múltiples problemas del mundo agrícola y de los que viven y trabajan en las zonas rurales. “Es bien sabido que la actual producción es suficiente y sin embargo hay millones de personas que sufren y mueren de hambre: esto es un verdadero escándalo. Se debe encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra,  no sólo para evitar que se vaya ampliando cada vez más la brecha entre los que tienen más y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también porque es una exigencia de justicia y de equidad,  por el respeto al ser humano.

Ante el «verdadero escándalo de millones de personas que sufren y mueren de hambre, ni promesas ilusorias, ni coartadas… se puede y se debe» hacer algo más que meras promesas, a menudo, no mantenidas. Así como tampoco se puede seguir presentando como coartada la crisis global. Es urgente que la FAO y toda la comunidad internacional, actúe con apremio y apertura de corazón, contraponiéndose a intereses económicos miopes y a la lógica del poder.

El Papa ponía  de relieve la necesidad de que la comunidad internacional y la misma FAO emprendan una seria labor de reconstrucción ante la crisis de valores que caracteriza la situación del mundo en la actualidad. Asegurando que la Iglesia Católica, con sus estructuras e instituciones, les acompaña en este esfuerzo por una solidaridad concreta.

El discurso de Bergoglio no tenía desperdicios. Estoy convencido de que es la hora de concretar acciones; si se quieren resultados mañana hay que comenzar a actuar hoy. La invitación del Papa a hacer todo lo posible para poner fin al hambre en el mundo, es un llamamiento a vencer la indiferencia y el impulso de mirar hacia otro lado, no solo a las organizaciones internacionales sino también a cada uno de nosotros, que en la medida de nuestras posibilidades y conciencia no podemos permanecer impasibles e insensibles ante tanto dolor.

 

por @mbellido

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